Este sitio te permitirá acceder a los artículos de Rigo Vargas publicados en el periódico "El Sol de León", en la columna del mismo título

domingo, 25 de diciembre de 2011

El Mejor Regalo de Navidad - publicado el 25 de diciembre de 2011

El mejor regalo de navidad

Llegó la temporada del año, donde se respira un ambiente muy especial. El aire huele a ponche, a pino, a cenas horneadas, y a calor de hogar.  Es muy grato que todo esto sirva para poder convivir en paz con los seres queridos de nuestra familia. No obstante, también se puede sentir el frenético impulso de la gran mayoría que se obstinan en regalar, a toda costa, algún presente a las personas, que por voluntad, o por resultado de un intercambio, les tocaron en su entorno familiar o laboral.
En la otra cara de la moneda, también encontramos que los individuos que se sienten solos, es cuando más caen en la depresión. De hecho, es una realidad estadística que durante esta temporada es cuando más suicidios se cometen en el mundo occidental, precisamente por carecer de todo aquello. Sin embargo, no hay que perder de vista que son necesidades aprendidas y no reales.  Por ejemplo, en las tribus africanas, nadie se deprime en esta temporada, si no tiene una cena familiar.

Existe una historia de la primera guerra mundial que después fue conocida como  “La tregua de navidad”. Ocurrió en 1914 en un sitio atrincherado por ambos bandos, en Bélgica, donde los ingleses resistían ferozmente a los alemanes. Sin embargo, en la víspera de navidad, el 24 de diciembre, los alemanes comenzaron a decorar sus trincheras como pudieron y cerca de la medianoche, comenzaron a cantar “Stille Nacht” (Noche de Paz). Sorpresivamente, los ingleses les respondieron cantando la misma canción en inglés “Silent Night”. Los saludos navideños volaron de una trinchera a la otra e incluso hubo un pequeño intercambio de regalos entre los soldados de ambos bandos.  Esta extraordinaria situación permitió incluso que los cuerpos de los caídos, que habían quedado en zona de fuego cruzado, fueran recuperados y se les pudiera dar una sepultura digna.
Episodios como el anterior, tienen por objeto descubrir cuál debería ser el verdadero fruto de estas fechas. Recordarnos que el más importante estado al que podemos aspirar, es a llegar a convivir en paz con todas las personas de nuestro entorno, centrando nuestra atención en todo aquello que nos une, y no en lo que nos separa. Siempre tener en cuenta cuáles son las razones por las que podemos amar al prójimo y no así los prejuicios que nos llevan a rechazarlo.

Regalar un presente voluntariamente, es una forma de decirle a alguien “Tú eres importante para mí”, pero esto tiene que ser espontáneo y natural. Cuando lo haces porque no te queda otra, por ser navidad, se convierte en un formulismo social que carece de sustento emocional. Los presentes debes darlos cuando tu corazón te lo indique, no cuando el calendario se imponga.
Hace tiempo, existía una campaña televisiva que enarbolaba un slogan navideño que decía: “Regale afecto. No lo  compre”. Aunque la intención de la misma, era tratar de menguar el consumismo frenético de estas fechas, revelaba una gran verdad: el afecto es algo que no se puede comprar. El afecto se gana con hechos. Es como una planta que hay que cultivar y cuidar para que pueda florecer hermosa y no se marchite.

También ocurre por estas fechas que nos olvidamos fácilmente de nosotros mismos, por estar centrados en los demás y en sus regalos. Pero ¿te has preguntado qué te vas a regalar a ti mismo? Recuerda que tú eres el personaje más importante de la historia de tu vida. Es probable que si mis palabras tienen algún eco en ti, corras a comprarte algo que deseas y que no te habías permitido por cualquier razón, pero si lo haces, la felicidad será efímera y se extinguirá en cuanto tu deseo consumista desaparezca.
Mejor te propongo algo: ¿por qué no te regalas paz esta navidad? Sé que las circunstancias a veces parecen adversas y no te motivan a tal estado, pero tienes que recordar que tu realidad se construye desde dentro hacia afuera. Trata de estar en armonía contigo mismo, y como aquellos antiguos soldados nos enseñaron, crea una tregua con tu ego, (que es quien genera esas necesidades creadas) para que celebres con él, ese acuerdo de paz.

Siente la paz dentro de ti, y eso será lo que irradies hacia tu exterior, impregnándolo todo y a todos. Tal vez ese sea el mejor regalo que jamás hayas recibido.
¡Que tengas una muy feliz navidad!

domingo, 18 de diciembre de 2011

La Intuición - publicado el 18 de diciembre de 2011

La Intuición
“La única cosa realmente valiosa es la intuición”
                                                           Albert Einstein

"Escucha más a tu intuición que a tu razón. Las palabras forjan la realidad pero no lo son"
                                                           Alejandro Jodorowsky
¿Qué es la intuición y cómo puedes servirte de ella? La real academia de la lengua española (RAE) la define como “Facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento.” También cabe aquí la definición de presentimiento extraída de la misma RAE: “Intuir, tener la sensación de que algo va a suceder.” Evidentemente la real academia considera que los presentimientos están íntimamente ligados a las intuiciones.
Los estudiosos de los procesos del cerebro, han llegado a la conclusión de que la intuición no es más que el lenguaje sutil con el que el subconsciente se comunica con nosotros, por medio de ideas, o presentimientos que nos advierten de un acontecimiento que se puede manifestar en nuestra realidad. Aparentemente, esa parte subconsciente, somete a un análisis todo nuestro entorno, tomando en cuenta hasta los más pequeños detalles, los cuales, nuestro consciente pasa por alto, los somete a un proceso de análisis y termina entregándonos un resultado en forma de corazonada.

Generalmente atribuimos esta cualidad a las mujeres, cuando nos referimos a la “intuición femenina”. En cierta forma no estamos tan errados al pensar así, ya que la intuición está más ligada a la energía creativa, que es eminentemente femenina. Esto no quiere decir, que un hombre no pueda ser intuitivo, más bien tiene que ver con estar más en contacto con esta energía, sin importar el sexo.
A veces, se puede confundir una intuición, con una preocupación, sin embargo, es posible diferenciarlas, porque la primera viene sin esperarla, simplemente surge; en cambio la segunda es el resultado de un proceso mental, donde aplicamos nuestros prejuicios para llegar a una conclusión que puede ser que ni siquiera ocurra. Cuando tienes una intuición, piensas “Siento que tal cosa va a ocurrir”, en cambio cuando te preocupas, tu ego empieza a actuar, presentándote mil razones y argumentos para seguir sosteniendo ese estado de pre-ocupación, convirtiéndose en un círculo vicioso que se alimenta a sí mismo. La clave está en sentir y no en razonar.

En la parte espiritual, podemos señalar a la intuición, como una manifestación del lenguaje del alma. Esta utiliza ese medio para comunicarse con nosotros, con la diferencia que no solo nos advierte de cosas que nos pueden perjudicar, sino también de cosas que se presentan como una buena alternativa, aunque no lo parezcan de momento. El alma no sufre de las mismas restricciones que nuestro cerebro, no está limitada por el tiempo ni por el espacio, lo que le proporciona una sabiduría más allá de las fronteras de la forma.
El punto es que siempre tenemos que hacerle caso a nuestras intuiciones o corazonadas, porque de una forma u otra provienen de niveles mucho más altos de consciencia que el que habitualmente tenemos. A todos nos ha ocurrido alguna vez que, por no hacerles caso, nos ha sucedido un evento que se hubiera podido evitar fácilmente. Desafortunadamente la razón siempre interviene y frecuentemente las contradice o nos justifica para no hacerles caso. Por ejemplo: “Me late que ese cliente me va a quedar mal con el pago, mejor no hago negocios con él”. Y luego interviene el cerebro: “No, no puede ser. Si me lo recomendó mi cuñado. Él dice que es muy buena paga y que es muy serio”. El resultado: el cliente nunca  pagó. O tal vez otra más simple y común: “Siento que va a llover, debería llevarme la sombrilla”, el cerebro objeta: “No puede ser que llueva, si no está tan nublado. Además nadie trae paraguas en la calle. Para que cargarlo”. Finalmente nos empapamos.

Existe un ejercicio simple que sirve para desarrollar la intuición: cada vez que te preguntes “¿qué horas serán?”, tapa con la mano tu reloj o celular antes de checarlos y di la primer hora que te venga a la mente, sin darle tiempo a juzgar. Al principio, tu resultado va a estar cercano a la realidad por simple deducción, pero eventualmente serás capaz de saber la hora con precisión sin consultar el reloj, lo que traerá como beneficio que tu intuición sea potenciada.
Nunca menosprecies a la intuición, porque es el medio por el que tu alma te va descubriendo el camino que tienes que recorrer para realizar tus sueños y evitar que tu vida se convierta en una pesadilla.

¡Que tengas feliz fin de semana!

domingo, 11 de diciembre de 2011

Tú, mi espejo - publicado el 11 de diciembre de 2011

Tú, mi espejo

Toda persona, lugar o cosa de la cual tomas conciencia, es un espejo tuyo y si se lo permites, tiene el potencial de ser un regalo para ti. Cuando observas a alguien o a algo y emites un juicio sobre lo que estás viendo, lo que estás haciendo en realidad es dando tu versión personal de aquello. Ésta se basa en tus creencias, las cuales sirven de filtro a tu percepción, para así tener finalmente una versión “personalizada” de la realidad.
No obstante, este mecanismo te permite reconocer que emociones y prejuicios albergas dentro de ti, dándote así la pauta para entender cuáles son las creencias que rigen tu percepción y por tanto, tu realidad.

Cuando sientes enojo o cualquier otra emoción desagradable en tu interior, es porque guardas esa energía en tus adentros. No se debe a lo que hizo o dejo de hacer otra persona, la situación simplemente reflejó lo que estaba dentro de ti, dándote oportunidad para sanar tu interior, al ponerlo en evidencia.
Por ejemplo, llegas a tu trabajo y tu jefe está visiblemente malhumorado. Lo saludas y te responde apenas y entre dientes. Si tu vibración energética interna es baja, lo primero que pensarás es: “¿Qué hice mal? De seguro me va a regañar. Posiblemente hasta me despida…” Acto seguido, te pones a repasar mentalmente todas las cosas posibles que hayan causado esa actitud, y sin querer ya arruinaste tu día. Al final, te enteras que su estado emocional se debía, a que tuvo un altercado con su esposa, y que por supuesto, no tiene nada que ver contigo, sino con su percepción y su reacción personal.

En el caso anterior, que suele ser extremadamente común, emitiste un juicio del estado de tu jefe, basado en tu baja autoestima. Si lo usas como espejo, entonces lo que debe ocuparte, es averiguar las causas de tu bajo amor hacia a ti mismo y tratar de corregirlas. Una vez que ya eres consciente de ello, se vuelve mucho más sencillo descubrirlo.
Pregúntate, “¿Por qué estoy haciendo esto? ¿En qué lugar guardo ese juicio sobre mí mismo, que deseo exteriorizar en él? ¿Dónde pienso que aún no soy aceptable? ¿Qué parte mía aún no amo ni acepto, y por lo tanto, juzgo? Observa a los demás y comprende que no necesitas juzgarlos porque ellos son simplemente un espejo de tu propia lucha interna.

La vibración más alta, en este sentido, es la aceptación. Va más allá del perdón, porque el perdón implica que algo se ha hecho mal. Cuando entras en ese estado te das cuenta que todas las cosas suceden de manera perfecta, tal como son, porque así es como te permiten crecer y desarrollarte, emocional y espiritualmente.
No quiere decir que te conviertas en una persona que se conforma con todo y no hace nada por evitar o cambiar lo que no le gusta, por el contario, adquiere la consciencia de que la forma en que percibes lo que te ocurre, es un indicador de la vibración de tu alma, y por ello, te puede presentar tanto lo que te beneficia como lo que te perjudica.

Más bien, actúa en consecuencia, utilizando esa maravillosa herramienta que es considerar a todos los que te rodean, como un espejo de tu vibración interior, sin juzgarlos y sintiéndote agradecido, por reflejar en ellos, todo lo que cargas en tu interior.   Eventualmente alcanzarás la dicha de vivir en amor, confianza y paz.
¡Que tengas un excelente fin de semana! 

domingo, 4 de diciembre de 2011

El Arquitecto de tu propio destino - publicado el 4 de diciembre de 2011

El Arquitecto de tu propio destino
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino

                                          Amado Nervo
Normalmente creemos que la vida es algo que nos sucede y que sólo somos espectadores pasivos que presenciamos las consecuencias de lo que pasa en nuestra existencia. Hemos crecido inmersos en un sistema de creencias (paradigma) en el cual, el observador no tiene influencia sobre lo observado. La física cuántica ha cambiado radicalmente esta perspectiva, enseñándonos que nuestro mundo reacciona de acuerdo a las expectativas y prejuicios que de él tengamos.

Ahora sabemos que nuestros pensamientos son ondas vibratorias que tienen un efecto sobre la materia y que además es fácilmente comprobable. Hay experimentos muy simples que ahora no incluyo por razones de espacio.  Es importante recordar también, que cuando un pensamiento se habla, su vibración adquiere aún más propiedades como agente de cambio. No está demás añadir que la frecuencia vibratoria de los pensamientos y palabras, tienden a  atraer a otras de la misma vibración. Eso es, en última instancia, la famosa “Ley de Atracción”, puesta de moda hace 5 años por el documental de Rhonda Byrne, “El Secreto”, que derivó más tarde en el libro del mismo nombre.

Por eso, la diferencia entre creer que no podemos influenciar el devenir de la suerte y sí creerlo, marca la pauta para saber que podemos volar tan alto como queramos, o creer que estamos encadenados al piso de la realidad, aparentemente inmutable, sin poder hacer nada al respecto. Esa última postura genera el nacimiento de la idea más arraigada en el subconsciente colectivo:  “Soy víctima de las circunstancias”.
Y es justamente ahí, cuando nace la primer dualidad de la que hablábamos en el artículo anterior: La víctima =  yo;  Las  circunstancias = verdugo. Esa es la idea generalmente aceptada por todos, en la que, por naturaleza humana, es muy cómodo caer. La liberación de las limitaciones impuestas por el paradigma reinante, estriba en reaccionar como mejor nos convenga y no como nos lo dicte el colectivo. En este caso, la opción correcta sería actuar como salvador de mí mismo, comprendiendo que puedo influir sobre mis realidades.

Es muy difícil no dejarnos atrapar por aquella tríada (víctima-verdugo-salvador) de la que hablamos hace una semana, de hecho es casi imposible a menos que fuéramos solamente espectadores mecánicos e insensibles. El camino que nos lleva al poder de controlar los resultados eventuales a nuestro mejor juicio, es el ejercicio de nuestro libre albedrío. Esto es: “Yo reacciono como crea conveniente y no como se espera que lo haga, o como reaccionarían los demás ante las mismas circunstancias”.
Si nos dejamos atrapar por la inercia de nuestras reacciones automáticas, enarbolando el lema “Yo soy así, siempre he sido así, no puedo cambiar de la noche a la mañana”, es cuando cedemos nuestro poder creativo a merced de los eventos que tienen a bien ocurrir en nuestra existencia.

Es cierto que la mejor forma de vivir es fluyendo con el devenir de las circunstancias, pero también es cierto que si tenemos el don de influir sobre el rumbo de nuestras vidas, podríamos aprovechar ese talento escondido que ahora sale a la luz de la mano de la física cuántica.
Cuando el acontecimiento se presente y tengas que elegir entre ser el verdugo, la víctima o el salvador, escoge el que consideres adecuado, no el que siempre has elegido por default. Vigila tus pensamientos y cuida tus palabras, porque estas te pueden llevar a vivir el cielo en la tierra, o el infierno, si así lo permites.

Sé siempre la causa y nunca más el efecto de las circunstancias. Cualquiera que sea tu condición puedes ser feliz, porque la felicidad es una actitud y no una consecuencia, pero nunca debes conformarte con lo que “te ha tocado vivir”, sabiendo que hay algo que puedes hacer para cambiarlo. Después de todo, no hay camino a la felicidad, la felicidad es el camino.
¡Que tengas feliz fin de semana!