Este sitio te permitirá acceder a los artículos de Rigo Vargas publicados en el periódico "El Sol de León", en la columna del mismo título

domingo, 27 de mayo de 2012

La diversión como alternativa - publicado el 27 de mayo de 2012


La diversión como alternativa

“La vida es demasiado importante para tomarla en serio”
                                                           Oscar Wilde

“Cuando hagas algo, si no te diviertes, te saldrá mal”
                                                           Aforismo Sufí

Es el pan de cada día encontrar gente resignada a tolerar sus labores “necesarias” y a quejarse por ello. “Es que si no trabajo, no tengo dinero”, decretan, y esa postura los lleva a permanecer en una actividad que aunque les reditúa en ingresos económicos, no así en satisfacción y realización personal. El mismo enfoque tiende a extenderse hacia todo lo que realizan en su día, desde lo más insignificante, hasta lo más importante.
A los niños no les ocurre lo mismo: si no están disfrutando lo que hacen, lo abandonan hasta que encuentran algo que los divierta. Sin embargo, cuando llega el momento de entrar a la escuela, son obligados a tener que sentarse siete horas diarias a escuchar y aprender los conocimientos que los irán formando para poder desarrollarse en la vida. Lo único malo de todo aquello, es que la libertad mental se extravía en el “caminito de la escuela” y la idea que prevalece es: “Tengo que aprender a aguantar cosas que no me gustan, para lograr lo que quiero”.

En suma, la capacidad natural para divertirse se pierde, llegando a creer que la diversión y la responsabilidad son mutuamente excluyentes. Esto genera como resultado que haya tantas personas que aunque son efectivas en sus labores diarias, son incapaces de sonreír mientras las efectúan. Este rictus permanente, llega a manifestar en su rostro una expresión de “pocos amigos”, que eventualmente se plasma en forma de arrugas indelebles que acaban dibujando su cara de forma permanente.
Incluso llegas a creer que para poder tener derecho a divertirte, primero hay que hacer méritos trabajando duro, para que así, los pocos momentos de diversión que tengas, no te causen remordimiento de conciencia. Tu mente se queda con la idea de que si no te lo mereces, no podrás disfrutar.

La palabra “divertirse” se deriva de la capacidad de ver diversidad de cuestiones en aquello que hacemos, lo que nos hace automáticamente más versátiles en nuestra percepción de las cosas, logrando abarcar un espectro más amplio, que cuando no nos divertimos.
Cuando no disfrutamos lo que hacemos, rendiremos menos y eventualmente, nos rendiremos. “Disfrutar” se deriva de dis-frutar: distinguir los frutos de una situación cualquiera, y para poder hacerlo, existen dos pasos previos: entender e interesarse. Dicho de otra forma, aquel que disfruta lo que hace, es porque ya pasó antes por el proceso de entenderlo bien, luego se interesó en aquello, lo que finalmente le permitió disfrutarlo. No puedes disfrutar lo que no entiendes y lo que no te interesa.

El truco para lograr divertirte con lo que hagas es muy simple: No te identifiques con tus resultados. Tú no eres tus resultados. Los resultados sólo sirven para aprender de ellos y no para definirte como persona. Lo maravilloso es lograr disfrutar el camino hacia su realización. En la escuela te dijeron que si reprobabas, no serías aceptado, por lo tanto no serías querido. Pues ahora entiende que tienes que aprender a amarte y a aceptarte, sea cual sea la “calificación” que saques. Tú eres mucho más grande que una nota.
Sé que habrá momentos donde parezca imposible que encuentres diversión, por ejemplo en un funeral, sin embargo,  serán precisamente estos los que te permitirán añadir el contraste necesario para que entiendas la otra cara de la moneda y valores esa libertad que tienes para hacer que todo lo demás sea divertido.

Permite que tu niño interno se manifieste otra vez, y con esa frescura que sólo él te puede enseñar, elige divertirte siempre ante cualquier situación. Él sabe cómo acercarte a lo que es bueno para ti, sin que tengas que pasar por ser pueril o indiferente. Y si aquella situación no te “divierte”, busca otra que sí lo haga. Después de todo, no estás pegado a donde estás ahora mismo.
¡Que tengas un divertido fin de semana!

domingo, 20 de mayo de 2012

Cuando queres darte por vencido - publicado el 20 de mayo de 2012


Cuando quieres darte por vencido


                                                            “No te des por vencido, ni aún vencido,
No te sientas esclavo, ni aún esclavo,

Trémulo de pavor piénsate bravo,
Y arremete feroz ya mal herido”

      ¡Avanti! (fragmento) – Almafuerte (poeta Argentino)
En la vida de cualquier persona siempre han existido momentos en los que el impulso de “aventar la toalla” (como se hace en el box, para darse por derrotado), se manifiesta. En esos instantes, las situaciones que enfrentamos, parecen no tener solución y nuestra reacción es abandonar aquel entramado que sentimos tan grande y tan fuerte, que nos hace considerarnos incompetentes para resolverlo. Sólo nos resta huir lo antes posible.

Sin embargo, si a ti te ha tocado protagonizar tal acto, te habrás dado cuenta de algo muy recurrente: no importa a dónde te vayas, los problemas de los que aparentemente habías huido, te acompañarán como fieles perros falderos. Tu inconsciente traicionero se encargará de volver a armarte la misma puesta en escena, pero ahora con diferentes personajes.

Tal es el caso de la chica que se casa porque ya no soporta a sus padres, y su esposo acaba siendo el villano del cuento, o de aquel que se va a otra ciudad a buscar trabajo y en su nueva labor acaba encontrando justamente lo mismo de lo que originalmente trataba de escapar. O aquel que una y otra vez fracasa en sus relaciones sentimentales, y se pregunta: “¿Por qué a mí siempre me tocan mujeres problemáticas?”
Siempre lo más cómodo es culpar a las circunstancias, porque automáticamente nos exime de la responsabilidad de enfrentar los hechos como resultado de nuestros previos pensamientos y actitudes.

Normalmente crees que tus problemas son tan especiales, que nadie más los padece y por tanto, no te pueden comprender. Pues lamento decepcionarte, pero tus problemas son tremendamente comunes y son los mismos que todo mundo tiene. Tan es así, que cualquiera de ellos cae en uno de los siguientes supuestos: vida y muerte; amor y odio; riqueza y pobreza; salud y enfermedad.
No hay que perder de vista que como seres espirituales que somos, no tenemos ningún problema. Todos ellos pertenecen al mundo de lo físico y la mayoría de las veces están sólo en  la mente. Al partir de este plano, cualquier problema real o imaginario, queda sin efecto. Lo único que trasciende con nosotros es la enseñanza que nos aportan.

La buena noticia es que todos los reveses que sufres en la vida, son maestros que te están dando la oportunidad de aprender por fin, aquello que tanto trabajo te cuesta asimilar. ¿No te parece un poco extraño que en cuanto enfrentas un problema y lo resuelves, éste deja de ser recurrente en todos los ámbitos de tu vida? Y no sólo cesa, sino que al resolverse, se disuelve, para no volver jamás. Los problemas deben ser enfrentados dónde y cuando surgen, no después.
Cuando te sientes derrotado, te entregas a la inacción y a la desesperación, porque crees erróneamente que ya no hay nada que hacer. Y es justamente eso, lo que hay que evitar. Tu actitud debe ser pro-activa y no pasiva. La acción es la cura de la contemplación derrotista. En la encrucijada entre hacer y no hacer, siempre es mejor hacer. Cuando te avocas al hacer, obtendrás un resultado, y tienes que recordar que todo resultado, sea cual sea, suma. La ausencia de resultados, resta.

Siempre hay una luz al final del túnel, sin importar cuan oscuro sea. Tu voluntad para salir de él, es el único motor que te puede impulsar hacia afuera. No esperes que alguien llegue y te saque de ahí. La responsabilidad de hacerlo es toda tuya y también lo será el aprendizaje que obtengas en el tránsito. ¡No te rindas jamás!
¡Que tengas un maravilloso fin de semana!

domingo, 13 de mayo de 2012

La filosofía del gato - publicado el 13 de mayo de 2012

La filosofía del gato

A lo largo de nuestra vida, es extremadamente común que nos haya tocado en más de una ocasión, sentirnos rechazados por alguien. Ya sea en el aspecto social, sentimental o laboral, cualquier persona está expuesta a sentir que no es aceptada. Es como el refrán que dice “No soy monedita de oro, para caerle bien a todos”. Lo que es realmente importante es analizar qué actitud tomamos en seguida y cómo sacar el mayor provecho de todo esto.
Lo primero que tenemos que considerar es que cuando somos rechazados, en la inmensa mayoría de las veces, no tiene que ver con nuestra persona sino que quien nos rechaza, puede tener mil razones internas para no querer establecer una comunicación con nosotros. Lo más probable, es que esas razones nunca las conoceremos, porque nadie se justifica después de realizar una acción. Dicho de otro modo: nadie te rechaza por ti, sino por todos los prejuicios que alberga en su interior y que le impiden relacionarse contigo.

Lo siguiente es darnos cuenta que el rechazo no siempre es malo, hay ocasiones donde trae consecuencias positivas de inesperados resultados. Hay algunas empresas de multinivel que piden a sus integrantes, salir a conseguir por lo menos diez rechazos en un día. El resultado es que al buscarlos, varios “no” se convierten en “si”, lo cual genera como efecto que logren concretar varias ventas en un mismo día.
Lo mismo pasa con cualquier empresario, cuando lo vemos próspero, con un negocio que le produce utilidades y satisfacciones, ignoramos la historia que hay atrás de todo aquello. Normalmente, se aprende a base de prueba y error, lo que seguramente lo ha orillado a equivocarse muchas veces antes de lograr su objetivo. Gracias a que no se sintió derrotado de antemano y perseveró en su afán, es que ahora puede ver coronado su esfuerzo.

Los gatos tienen una sabia enseñanza al respecto: Cuando un gato persigue a un ratón y éste se le escapa, no se queda lamentándose porque se fue, ni confunde su valor como gato por haber perdido la oportunidad de atrapar a un roedor. Simple y tranquilamente, cambia de objetivo y va tras otro ratón. Y cuando por fin lo consigue, no se queda vacío y sin metas en la vida, sino que busca otro más, porque esa forma de vivir es la que constituye su naturaleza.
Esto se traduce a tu vida de la siguiente manera: Si alguien te rechaza, no lo tomes personal y simplemente dirige tu atención hacia otro lugar. Con más de seis mil millones de habitantes en el planeta tierra, hay un campo inmenso de posibilidades ahí afuera esperándote. Aprende a ser y a dejar ser a los demás, y así como tú tienes tus razones personales para no relacionarte con cualquier persona que te pase por enfrente, también ellos tendrán las suyas propias.

En la parte espiritual, tienes que comprender que cuando te sientes rechazado por alguien, lo que ocurre es que no te aceptas a ti mismo. Te auto-rechazas y por ende los demás te rechazan. No puedes obtener fuera de ti lo que no tienes dentro. Cuando logras aceptarte con todos tus defectos y virtudes por igual, difícilmente serás rechazado, porque la vibración de aceptación, te ubica en el lugar exacto y con la gente precisa que está a tono contigo.
Y si aun así llegaras a encontrar que hay personas con las que no tienes cabida, hagas lo que hagas, date cuenta que tal vez aquel rechazo que te ofrecen sea en el fondo una bendición, una forma sutil de la vida de alejarte de aquello que no te conviene, para así acercarte a lo que te hará crecer como persona y a ser cada vez más, un mejor ser humano.

¡Que tengas un feliz fin de semana!

domingo, 6 de mayo de 2012

Soy invulnerable - publicado el 6 de mayo de 2012


Soy Invulnerable
“Soy invulnerable porque sé ayunar, se esperar y sé olvidar”
                                                                       Epícteto

Esta frase que corona nuestra columna el día de hoy, es una de las más poderosas que he escuchado jamás, tanto, que creo que merece un análisis a fondo para lograr entenderla e incorporarla como filosofía de vida.
Lo primero que vale la pena averiguar es quién la dijo y en qué contexto lo hizo. Epícteto era un esclavo durante el imperio romano. Eventualmente se convirtió en filósofo de la escuela estoica y maestro en su época, legándonos una cantidad importante de pensamientos y reflexiones recogidos por su discípulo Flavio Arriano, quien fue un reconocido historiador de ese periodo.

¿Qué es lo que hacía invulnerable al buen Epícteto como para proclamarlo en semejante decreto? Primero: “Sé ayunar”. Existen dos formas de ayuno, la voluntaria y la impuesta. En su caso, es evidente que se refería a la segunda. El imperio romano era tremendamente cruel con los esclavos, les daba muy poca comida para debilitar sus fuerzas y su voluntad  evitando así cualquier intento de sublevación.
La enseñanza que podemos recoger de esta parte, es que aunque las circunstancias del entorno sean tan adversas, que no podamos atender las necesidades del cuerpo como nos gustaría hacerlo, tenemos que aprender a no ser controlado por ellas, sino que seamos nosotros los que decidimos hacerlo. “No como bien, no porque no me das comida, sino porque ante la escasez de comida yo decido no comer, por lo tanto, pierdes tu poder sobre mí”. Me vuelvo poderoso al convertir un aparente “castigo” en una decisión propia. En lugar de resistirme y pelear con una circunstancia externa inevitable que me impone hacer o dejar de hacer cualquier cosa, la dejo fluir y la abrazo como idea propia.

En segundo lugar tenemos: “Sé esperar”. Es la trampa de la espera de la que ya habíamos hablado en el artículo “Los guardianes invisibles”. Cuando deseas algo, y las circunstancias parecen ser poco favorables para que se realice, la tendencia es  abandonar y  enfocar la atención en otra cosa. “El que espera, desespera”, dice un refrán. El ego nos dicta que aquello que queremos lo tenemos que tener aquí y ahora, y si no es así, nuestra atención es inmediatamente captada por algo nuevo que nos parece más interesante que lo anterior, obteniendo como resultado que no lleguemos a concretar casi nada.
Aprender a esperar es enfocar tu deseo y tener la certeza que de un modo u otro aquello que anhelas te va a llegar, siempre y cuando pongas tu parte en la realización. Tal como nos dice Paulo Coelho en el libro “El alquimista”: “Cuando realmente deseas algo, el universo conspira para que lo obtengas”. Es como si plantaras una semilla de un árbol y te desesperaras porque a la semana no ves resultados. A la vida le toma tiempo generar aquello que has propiciado, pero si sabes esperar, los resultados te harán saborear las mieles de la victoria.

En tercer lugar tenemos “Sé olvidar”. Ésta es, sin la menor duda, la más poderosa de las tres. Es muy distinto olvidar por decisión que olvidar por efecto. Es aprender a no regirnos por eventos pasados, que aunque en su momento nos hayan provocado un gran dolor, ya no están en el presente y no tiene caso seguirlos cargando a cuestas.
Si tenemos el poder de olvidar, también tenemos el poder de recordar, entonces nos queda la responsabilidad de construir nuestros pensamientos recurrentes sólo con las cosas que nos han servido y hemos disfrutado. Los eventos del pasado que no nos gustan tenemos que aprender a eliminarlos de nuestro pensamiento para lograr aprovechar la lección que nos han dejado. Es desechar la experiencia y quedarnos con la enseñanza. Es aprender a perdonar y perdonarnos, porque el perdón trae la paz que facilita el olvido.

Si logras incorporar estos tres grandes poderes que nos heredó aquel antiguo esclavo y filósofo romano a tu propia vida, te convertirás en un ser poderoso y sobre todo invulnerable.
¡Que tengas un extraordinario fin de semana!