Este sitio te permitirá acceder a los artículos de Rigo Vargas publicados en el periódico "El Sol de León", en la columna del mismo título

domingo, 29 de julio de 2012

Cuando el triunfo se convierte en fracaso - publicado el 29 de julio de 2012


Cuando el triunfo se convierte en fracaso

¿Por qué hay personas que se pasan toda su vida deseando algo que no consiguen, a pesar de que no cesan de buscarlo? Y en el polo opuesto ¿Por qué hay quienes que cuando por fin llegan a lograr su objetivo, el mundo se les viene encima y acaban peor que cuando no lo alcanzaban?

A pesar de que parece que estamos contemplando dos escenarios diferentes, la respuesta a ambos guarda tanto en común que incluso se podría pensar que se trata de la misma.

Ya de entrada, la primera cuestión, nos permite “escuchar” que en sí misma, se oculta la verdad, apenas disimulada por formas gramaticales que fácilmente pueden ser develadas. Las personas que no cesan de “buscar” ese algo, están en realidad siendo coherentes con lo que le informan a su universo, esto es, permanecen “buscando” sistemáticamente, y no “encontrando” lo que desean lograr.

También hay que considerar que el perpetuo estado de búsqueda, me proporciona una estupenda justificación para poder “dormirme en mis laureles”, convirtiéndose en mi zona de confort, y por ello cesar de dirigirme hacia mis objetivos deseados.  

Un ejemplo de esto podría ser el “Don Juan”, que siempre está en la búsqueda de la mujer perfecta, pero la inexistencia de la misma, le conduce a medir a las mujeres por sus incompatibilidades y no por sus virtudes, y por ello, a perpetuarse en la búsqueda de eso que no llega y que lo mantiene auto justificado de continuar teniendo “un amor en cada puerto”. Dicho sea de paso, esta actitud denota que no es que no se encuentre a la mujer ideal, es que no se encuentra a sí mismo y erróneamente, ubica la búsqueda en el exterior. 

En el segundo caso, la pregunta nos permite ahondar un poco más en los motivos del triunfo convertido en fracaso. La primera consideración es la identificación con la búsqueda como objetivo en sí misma, esto es, cuando “buscar” la realización de algo ha pasado a formar parte de tu identidad, el hecho de lograr consumar aquello que buscabas, traerá como resultado que al ganar, pierdas identidad. Y ese estado, cuando no se prevé, es tan incómodo para la psique, que diligentemente se apresura a bloquearte para evitar sufrir.

 Tratando de ilustrar un poco esto, es como se plantea la leyenda urbana que se cuenta de la viejita que tiene una tiendita de abarrotes, y un cliente llega a comprarle toda la existencia de refrescos, por que está dando una fiesta en su casa. Sorpresivamente, la anciana se niega a vendérselos todos con el argumento de “¿Y luego que voy a vender?”.

La otra parte a considerar en esto, se puede graficar con una pregunta: Lo que deseabas alcanzar y ya lograste ¿era realmente un deseo tuyo o era una respuesta a aquello que te han inculcado que debes aspirar como persona “normal”? No quiero extenderme demasiado en esto, porque ya lo desarrollé ampliamente en el artículo “El origen de tus deseos”, de esta misma columna.

En última instancia, tanto el que tiene el miedo al éxito y por ello no se dirige a él, como el que ya lo obtuvo pero le fue peor, comparten el mismo efecto de que el éxito como tal, los estigmatiza, tanto en su falta como en su presencia. Y todo ello se debe a un factor común que ambos deben evitar a toda costa: Visualizar la meta como un final.

En realidad las metas, cuando se alcanzan, no son  el fin de la carrera, son el principio de otro ciclo mayor que habremos logrado y que aunque tendrá retos y exigencias mayores, las satisfacciones y el aprendizaje que obtendremos, bien habrán valido el esfuerzo.

Incluso, la vida misma es un ciclo que cuando llega a su aparente fin, es sólo el comienzo de otro estado de conciencia diferente.

Nunca olvides que al lograr tus sueños, su realización es meramente el principio de un nivel más elevado de conciencia, y es comparable a una escalera que tienes la misión de ascender. Nunca dejes de dirigirte hacia ellos, porque, en todos aspectos, tu evolución personal depende justamente de ello.

¡Que tengas un extraordinario fin de semana!

sábado, 21 de julio de 2012

La ilusión del control - publicado el 22 de julio de 2012


La ilusión del control

Existe un aspecto muy curioso que es parte de la naturaleza humana, se trata de la creencia de que se puede tener el control de todas las variables en cualquier situación determinada. La industria de los seguros, se sostiene precisamente en ese intento de tener todas las posibilidades cubiertas en caso de eventualidades, derivadas del miedo a perder el control de las circunstancias.

Conozco personas que pecan de ilusos y trazan un diagrama lineal de lo que van a hacer el resto de su vida, con tiempos y plazos de vencimiento. No digo que esté mal tener objetivos y metas, todo lo contrario, lo malo es creer que la vida es como un reloj suizo que no se atrasa ni se adelanta.
Recuerdo el caso de un amigo que era mi compañero en la universidad. Tenía una cartulina pegada en la pared de su habitación donde marcaba todo lo que iba a hacer en cuanto saliera de la escuela. Según su mapa, terminaría la carrera a los 23 años, a los 24 ya tendría un trabajo estable, a los 25 se compraría carro, a los 29 se compraría una casa, a los 30 se casaría y a los 60 se jubilaría.

La vida le enseñó con hechos aquella frase que dice: “Cuéntale a Dios tus planes y lo harás reír”. Terminó la carrera hasta los 26 años porque su novia quedó embarazada y tenía que dividirse entre la universidad, el trabajo y su casa. Su hijo nació con un problema de salud, lo que le quitó hasta el último centavo que tenía, y tuvo que endeudarse más allá de sus posibilidades. Tuvo que tomar dos trabajos simultáneos para tratar de solventar sus gastos, lo que le redundó en graves problemas de salud personal.

Es imposible predecir con exactitud milimétrica el devenir de las vivencias, desde nuestra pequeña perspectiva humana que constantemente se vanagloria de saberlo todo y de tenerlo todo previsto.
Pero entonces, ¿hasta qué punto tenemos libre albedrío para controlar nuestro destino? El detalle es que sí lo tenemos, pero hay un elemento que entra en juego, que es el que verdaderamente toma las riendas de la manifestación de la realidad y opera desde las sombras.

El llamado “efecto observador” (lo que crees determina lo que observas) en la física cuántica, demuestra que la realidad se acomoda a los prejuicios del que observa, esto es, los resultados se alinean a lo que el observador cree que va a ocurrir. Saber esto ubica que los problemas que actualmente experimentamos y de los cuales nos creemos víctimas, son un reflejo de lo que hay dentro de nosotros, desde lo consciente hasta lo inconsciente.

Alguien podría objetar que nadie puede querer un problema por gusto. Sin embargo, si los prejuicios se anidan en el subconsciente y se convierten en pensamientos repetitivos que están “tras bambalinas”, el resultado es que dentro de nosotros tenemos un generador de realidades problemáticas que no controlamos y que es en última instancia, el que decide el devenir de nuestra vida. 

Si dudas del contenido negro del subconsciente, pídele a cualquier persona que te narre su vida y verás que lo hace hilando y entramando los eventos negativos que han cambiado su aparente “estabilidad” y lo han ido impulsando a moverse a otros lugares o a tomar diferentes acciones y decisiones. En suma te hablan de lo que los sacude, no de lo que los arraiga.  Es rarísimo que alguien lo haga puntualizando solo lo bueno que le ha pasado.

También hay que considerar que las vivencias que experimentamos forman parte de las lecciones que el alma necesita para aprender.  No es que por ello nos convirtamos en sufridos tolerantes de lo que nos pasa, sino que las aparentes barreras que salen a nuestro encuentro, son precisamente para eso, para encontrarnos a nosotros mismos. Por ley divina, nunca tendremos problemas que no seamos capaces de resolver.

En últimos términos, si quieres controlar la realidad que habitas, tendrás que hacerlo desde dentro de ti, porque tu entorno es un reflejo de lo que hay en tu interior. Si cambias el “adentro”, el “afuera” cambia por resonancia. Si sólo cambias lo exterior sin modificar lo interior, el resultado será muy débil y efímero, si es que lo consigues. Creer que se controla lo externo sólo con cosas externas es una ilusión.

La próxima vez que te topes con algo fuera de ti, que te frena, no busques resolverlo, busca disolverlo, Y eso se logra yendo a la causa y la causa siempre la encontrarás dentro de ti.

¡Que tengas un maravilloso fin se semana!

sábado, 14 de julio de 2012

Tu propio Pepe Grillo - publicado el 15 de julio de 2012


Tu propio Pepe Grillo

En la conocidísima historia de Pinocho, aquel cuento que Carlo Collodi escribiera en 1882 y que más tarde fuera popularizado por Walt Disney en la película de 1940 del mismo nombre, un anciano llamado Geppetto, fabrica un títere de madera al que pone el nombre de Pinocho. Se encariña tanto con el muñeco, que desea con todo su corazón se convierta en un niño de verdad. El hada azul se lo concede, pero no sin antes asignarle un acompañante perpetuo, que con el pretexto de ser la voz de la conciencia de Pinocho, no se le separa ni un solo momento, supervisando todas y cada una de sus acciones con el propósito de controlar, de acuerdo a su criterio, todos los actos del muñeco.

En nuestra vida diaria, tenemos un personaje similar que habita dentro de nosotros. Es la voz de nuestros pensamientos. Se le ha llamado de diferentes formas: el ego, la voz del conocimiento, el diabólico inconsciente, etc. El hecho es que ha sido reconocido y ubicado desde la diferente perspectiva de múltiples autores y escuelas a lo largo de la historia. 

En casi todas las culturas antiguas que lo reconocen, lo identifican como algo ajeno, algo que aunque está dentro de mí, no me pertenece y por tanto, es algo de lo que necesito aprender a desligarme. Es mi propio Pepe Grillo.

A diferencia del personaje del cuento, nuestro Pepito Grillo no es solo bondad y con frecuencia se comporta de una manera aparentemente malvada. Por ejemplo, su discurso favorito es recitarte tus fallas del pasado, los “hubieras hecho esto o aquello”, y las pre-ocupaciones sobre tu futuro, creando una respuesta emocional en ti que fácilmente se convierte en culpabilidad o stress, según el caso.

Otra de sus características es que nunca para de hablar, y  hagas lo que hagas  no puedes callarlo: habla y habla y parece que su deporte favorito fuera distraerte del momento presente, tratando de llevar tu atención hacia cualquier otro lugar diferente del que ahora te encuentras, tanto en tiempo como en espacio. 

Hay veces que en lugar de hablar, canta. Pero aparentemente su repertorio es muy limitado, porque se dedica a repetir la misma canción una y otra vez, sobre todo si se trata de una melodía que no te gusta pero se te “pega” y no te la puedes sacar de la cabeza. Incluso llegas a preguntarte, “¿por qué estoy pensando todo el día en esa tonada que ni siquiera se parece a la música que me gusta?”

Es de llamar la atención que muchas personas no soportan oírlo, y es por eso que en los momentos propicios en los que se deja escuchar su susurro sutil, como al caminar, en las filas, en el transporte, etc.  prefieren distraerse con audífonos conectados a sus teléfonos o reproductores de música digital. Pero no hay escapatoria, nuestro malvado Pepe Grillo, aunque se pueda silenciar de momento, aprovechará circunstancias donde es imposible rehusarte a escucharlo, como cuando te acuestas para dormir.

Otra de las características de su vocecita, es que las ideas que maneja son siempre binarias: frío o calor, negro o blanco, arriba o abajo, adentro o afuera, amigo o enemigo, etc. Nunca términos medios, siempre polos opuestos. Por tanto, su mayor rival es la creatividad, porque ahí no tiene cabida, a menos que sirva para apoyarla.

En vista de que Pepito Grillo es un acompañante vitalicio y omnipresente, lo mejor que podemos hacer es educarlo, para que nos diga lo que queremos escuchar y no lo que a él se le antoje machacarnos. Una de las formas más simples de convertirlo en aliado es el acto de la concentración. Cuando yo estoy haciendo algo con mis cinco sentidos, al pobre no le queda más remedio que enfocarse en lo mismo y puede ser extremadamente útil. 

Otra forma de encausarlo, es cuando nos dedicamos a hacer cualquier actividad creativa, ya sea pintar, escribir, componer música, cocinar un pastel, etc. Nuestra auténtica expresión se manifiesta y obliga a nuestro grillito interno a alinearse con el propósito que persigo. Si estoy pintando me recuerda cuáles son las mezclas de colores que requiero para obtener otro; si estoy escribiendo, me recuerda palabras de mi vocabulario que puedo usar en mi artículo y su ortografía correcta, etc.

La idea es usar esa vocecita como herramienta de mi alma, de quien realmente soy, y no como gobernador de mi vida y de mis actos. Es difícil aceptar que aunque vive dentro de mí, no forma parte de lo que es mío y en la medida que aprenda a distinguir mi verdadera esencia, de sus continuas insinuaciones, seré más libre cada día. 

Después de todo, ni soy Pinocho ni tengo por qué aceptar la voz de Pepe Grillo, como si fuera la voz de los pensamientos que provienen de mi alma. Nunca serán lo mismo ni me harán sentir de la misma forma. Los de mi alma siempre me dan paz, los de Pepito Grillo, me ponen a la ofensiva o a la defensiva. La elección depende sólo de mí. 

¡Que tengas un feliz fin de semana!

domingo, 8 de julio de 2012

La amistad conveniente - publicado el 08 de julio de 2012


La amistad conveniente

“Quien tiene un amigo, tiene un tesoro”

Es extraordinariamente común creer que amistad y conveniencia son dos términos opuestos, debido a que la mayoría  considera que cuando tienes un amigo que te conviene, entonces no eres verdadero amigo, sino un convenenciero. Extrañamente siempre se asocia lo conveniente con lo económico. Nada más alejado de la realidad.

Si un amigo te “con-viene”, es por que “viene-con” algo que tu precisas y que no necesariamente se tiene que referir a cuestiones monetarias. Podemos considerar como ejemplo, cuando un amigo te aporta conocimientos, compañía, consejos o simplemente tiene disposición de escucharte. 

El amigo verdadero no es el que, al verte abatido por las circunstancias, te aconseja que ya es hora de retirarte y de enfocarte en metas más pequeñas, o de plano en abandonar tu empeño. Es todo lo contrario, cuando ya casi no te quedan fuerzas para seguir, te impulsa a continuar y a no claudicar, te motiva y hasta te reta con tal de ayudarte. Jamás resolverá tus problemas por ti, pero te empujará para que tu mismo los superes.

Esto genera una conveniencia en el acto mismo de recibir aquello que nuestros amigos aportan y que nosotros les correspondemos. Sería imposible ser amigo de una persona que no tiene nada que compartirme ni yo a ella. Y en esto radica el verdadero significado de la amistad: Aunque existe un intercambio constante, no es requisito para que ésta exista.

Dicho de otra forma, la amistad se trata de dar sin esperar recibir, y recibir sin tener que dar nada a cambio. Pero el intercambio subsiste, aunque no sea el objetivo principal de esa relación y en la medida que continúe, la amistad sigue. En el momento que ya no puedo aportar nada ni recibir, el amigo sigue existiendo pero cada vez más alejado, a veces en tiempo, a veces en espacio y al final en ambos. De este modo, la convergencia se transforma eventualmente en divergencia.

La clave entonces para cultivar una amistad, es pensar en lo que mis amigos necesitan y  procurar, de acuerdo a mis capacidades, impulsarlos a que lo realicen y ayudarlos en la medida de lo posible. Si sabemos qué los hace felices, siempre trataremos de que lo obtengan, porque curiosamente, cuando ellos están contentos, nosotros también lo estamos, tanto por la satisfacción que eso nos aporta, como  porque eso facilita que las cosas que nosotros necesitamos también nos lleguen. Es simplemente ley de causa y efecto. Aquello que siembras, es lo que cosechas.

Es maravilloso darte cuenta que un amigo “es aquél que te quiere a pesar de que te conoce”. Te acepta sin tratar de cambiarte, pero no es indiferente a tus defectos. La afinidad se impone y genera esos lazos que hacen que una amistad se solidifique con el paso del tiempo. 

Un amigo es un aliado, un cómplice, un confesor y un consejero, todo a la vez. Aunque es cierto que los amigos verdaderos se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos, es precisamente esa particularidad la que los hace tan valiosos, por eso es tan importante cultivarlos y conservarlos. En última instancia, ellos forman parte de lo que llamamos “capital social”.

Del mismo modo, los amigos son una razón más para sentirnos agradecidos con la vida por haberlos encontrado. ¡Cuántas “casualidades” tuvieron que entramarse para que la conexión se llevara a cabo y la semilla fructificara!

Si tienes el privilegio de contar con un amigo, frecuéntalo y demuéstrale con hechos que siempre estarás a su lado en cualquier situación. Todo aquello que se comparte, si es agradable, se disfruta el doble, y si es pesado, pesa la mitad. Es cierto que los amigos son un tesoro y por eso hay que tratarlos como tal. Después de todo son ellos los que hacen que el camino que haya que recorrer, sea más luminoso y placentero.

¡Que tengas un feliz fin de semana!