Este sitio te permitirá acceder a los artículos de Rigo Vargas publicados en el periódico "El Sol de León", en la columna del mismo título

domingo, 28 de octubre de 2012

"Cuando la incertidumbre se hace presente", publicado el 28 de octubre de 2012



Cuando la incertidumbre se hace presente

En no pocas ocasiones, nos toca vivir situaciones donde la incertidumbre se vuelve un compañero constante y la falta de certeza del resultado de aquello que estamos experimentando, parece un zopilote volando sobre nuestras cabezas, lejano pero acechante. Ignoramos cuándo nos atacará, pero su presencia nos impide vivir en paz el presente.

La incertidumbre, no es más que el miedo generado por experiencias pasadas, al enfrentar un hecho presente, que puede ser causado tanto por algo ya antes experimentado o por estar frente a lo desconocido. La mente requiere certezas para poder sentirse segura. No obstante, los grandes logros en la historia de la humanidad se han llevado a cabo, precisamente pisando terreno inseguro, arriesgándose y entregándose de lleno a la consecución de un resultado deseado. 

Cuando la mente no alcanza a vislumbrar claramente todo el camino, los miedos se hacen presentes, tratando de frenarnos y si no los bloqueamos a tiempo, seguramente terminan ganándonos la partida, regresándonos a nuestra zona de confort como resultado. Cuando los miedos nos han hecho desistir de la realización de nuestros sueños, se erigen victoriosos regodeándose en las profecías autocumplidas, de las que ya habíamos hablado en el artículo de “Sentencia Previa”.

El hecho de no poder ver claramente el sendero no debe ser motivo para desistir, tal como nos ocurre cuando vamos manejando en la carretera de noche con un destino determinado: el camino no es visible más allá de veinte metros, sin embargo no por eso dejamos de dirigirnos hacia donde nos proponemos llegar.

Cuando la mente subconsciente toma el control de la situación, y se vale del recuerdo de un evento pasado de resultados adversos, para frenarnos en el presente, le llama “experiencia” para justificar el miedo a no avanzar. La “Ex–Periencia”, tal como la palabra señala, es algo que ocurre afuera de nosotros, algo EX-terno, que determina nuestra percepción interna. Esta postura, nos ubica como víctimas de las circunstancias, olvidando “cómoda-mente” (dónde la mente se siente cómoda) el poder personal que tenemos, para convertirnos en arquitectos de nuestro propio destino.

La experiencia como tal, debe servir para construirnos, no para frenarnos o hacernos desistir de nuestros sueños. Tal es el caso de un examen escolar reprobado. Si le hiciéramos caso a la “experiencia”, tal como lo hacemos en otras áreas de la vida, nunca más trataríamos de presentar el examen extraordinario y abandonaríamos la escuela como consecuencia de ello.

Si Tomás Alva Edison, hubiera desistido de su afán de crear el primer foco eléctrico, la humanidad nunca se habría visto beneficiada de tan maravilloso invento. Al señor Edison le llevó más de mil intentos lograrlo, pero antes de eso, concedió una entrevista donde le preguntaron si no se sentía mal por el resultado fallido que hasta entonces había obtenido, cuando iba en el intento número 999. Su respuesta fue contundente: “Ahora sé 999 formas de NO hacer un foco eléctrico”.

Cualquier cosa valiosa que llega a nuestra vida, siempre viene acompañada de varias fuerzas que ofrecen resistencia en contra. La incertidumbre es una de ellas. En orden de poder derrotar su mala influencia sobre nosotros, basta con recordar un antiguo slogan comercial de una conocida marca de vinos: “Si las cosas que valen la pena fueran fáciles, cualquiera las haría”.

El antídoto para vencer la incertidumbre es la certeza. La “Cer-teza” viene del “ser”, del punto de partida que genera todo lo que me rodea, por lo que la “In-Cer-tidumbre” es la negación del “ser”. Si mi “ser” está bien alineado con lo que quiero lograr, mis pensamientos, palabras y actuación estarán acordes con su realización. 

Todo aquello que a ti te causa zozobra, no ha sido motivo suficiente para detener a otros.  La decisión final es tu responsabilidad, tú decides si prefieres ponerte en sintonía vibratoria con la incertidumbre o con la certeza, después de todo, es tu vida y tus sueños lo que está en juego.

¡Que tengas el mejor de los fines de semana!

domingo, 21 de octubre de 2012

"Las 5 reglas de la felicidad", publicado el 21 de Octubre de 2012



Las 5 reglas de la felicidad

“Respétate a ti mismo lo suficiente, para alejarte de cualquier cosa que ya no te sirva, no te haga crecer, o no te haga feliz”
                                                           Anónimo

 Se ha hablado tanto de la felicidad, que pareciera que no hay nada más que agregar. Para ilustrar un poco el concepto, es más fácil hablar de aquello que la propicia, que de ella en sí misma. Podríamos apuntar, que aunque es el sueño de todo ser humano alcanzarla, su existencia es tan abstracta y elusiva, que cuando se le persigue se escapa, como el gato que se persigue su cola. Finalmente la felicidad es un estado voluntario del ser, que se manifiesta en pensamientos, palabras y obras, en ese orden.

De acuerdo al escritor Burt Goldman, existen cinco reglas que nos ponen en camino a lograrla y bastará con implicarnos en ellas, para poder aplicarlas en la vida diaria. Son muy sencillas y hasta obvias, pero son precisamente esas características las que nos impiden verlas. Tal como reza el pensamiento anónimo: “El sentido común, es el menos común de los sentidos”. En seguida las analizaremos para lograr una comprensión  profunda de las mismas.

PRIMERA REGLA: Si te gusta, disfrútalo.  -  Este postulado parecería que ni siquiera hay necesidad de escribirlo. Tu me dirás: “Por supuesto que si algo me gusta, lo disfruto, de otra forma, no me gustaría”. Ojalá fuera así, porque resulta que en la mayoría de los casos, cuando verdaderamente nos gusta algo, aparecen dos factores que nos impiden disfrutarlo: la culpabilidad y la evasión. Por ejemplo, se te antoja una esponjada dona con cobertura de chocolate, te la compras y cuando te la estás comiendo, aparece la culpabilidad por las calorías que acabas de ingerir. Otro ejemplo: estás en el cine, viendo una buena película y tu mente empieza a pre-ocuparte por tu automóvil, por los pagos que tienes que hacer mañana, etc. En otras palabras, te evades del presente y lo que debería ser disfrute, se convierte en pre-ocupación.

SEGUNDA REGLA: Si no te gusta, evítalo. – En este punto, se trata de que seamos honestos con nosotros mismos y no hagamos aquello que no nos gusta. En incontables ocasiones, hacemos cosas que no queremos, con tal de quedar bien con los demás, olvidándonos de nuestros propios intereses. Retirarnos de aquello que no nos gusta, nos hace congruentes con lo que verdaderamente queremos. Debemos recordar que para que tengamos cabida a lo que nos gusta, es menester que nos retiremos de lo que no.

TERCERA REGLA: Si no te gusta y no puedes evitarlo, cámbialo. – Habrá ocasiones que sea inevitable encontrar en el camino, aquello que no nos gusta, y es ahí cuando debemos  entrar en acción para cambiarlo por algo que sí. En muchos casos, las cosas se pueden modificar de forma que nos agraden. Dependerá de nuestra disposición a realizar el cambio.

CUARTA REGLA: Si no te gusta, no puedes evitarlo y no puedes cambiarlo, ACËPTALO. – Este tal vez sea la regla más determinante de las cinco. Aprender a aceptar una condición no-modificable, es en muchos casos, una lección de vida. Aceptar no es rendirse, sino comprender que hay cosas que nos sirven para crecer, por el mero hecho de no poder cambiarlas.  Saber que no tenemos el control de todo lo que pasa en nuestra vida, nos hace más humildes, más humanos, y sin la menor duda, nos ennoblece. 

QUINTA REGLA: Para aceptar una situación que no puedes evitar ni cambiar, lo único que tienes que hacer es cambiar tu actitud hacia ella. –  Aunque parece una tarea casi imposible, cambiar la actitud hacia cualquier situación, resulta fácil cuando aprendes como hacerlo. Lo único que tienes que hacer para lograrlo, es ignorar tus expectativas. Cuando algo no te gusta, es por que se presenta diferente de lo que tú esperabas de aquello. Aun lo que podrías catalogar como “malo”, te ayuda a enderezar tu camino hacia donde debes dirigirte, de acuerdo a tus sueños. Si ahora piensas en todo lo “malo” que te ha ocurrido en tu historia personal, te darás cuenta que aquello te llevó a cambiar tu rumbo y terminó trayéndote consecuencias “buenas” para ti. Después de todo, “No hay mal que por bien no venga”.

 La próxima vez que enfrentes algo que identifiques como “problema”, te sería muy útil recordar todo esto.

¡Que tengas un muy feliz fin de semana!

domingo, 14 de octubre de 2012

"El misterioso tercero en discordia", publicado el 14 de octubre de 2012



El misterioso tercero en discordia

¿Alguna vez te ha ocurrido que cuando tienes una relación estable, ya sea de amistad, laboral, sentimental, o de cualquier tipo, de repente algo pasa y la otra parte cambia radicalmente su comportamiento hacia ti? Sin duda alguna existe una tercera persona, que desde la sombras, cambia la perspectiva de tu contraparte, sembrándole ideas que acepta como verdaderas y que le motivan a cambiar su actitud frente a la relación.

Nuestra naturaleza humana, que nos dirige a creer que las penas compartidas pesan la mitad, es la causante de que cuando estamos frente a una situación que identificamos como “problema”, se la contemos a alguien que consideramos de toda nuestra confianza, buscando apoyo y comprensión. Sin embargo, esta actitud revela que en el fondo, somos tan inseguros de nosotros mismos, que necesitamos la aprobación de los demás para seguir nuestro camino.

Esta alternativa, desplaza nuestro propio poder, para ubicarlo en terceras personas, que tal vez muy desinteresadamente o no, se convierten en los titiriteros que mueven nuestros hilos ocultos, y que al conocernos bien, saben que fibras tocar, para producir un resultado determinado. 

Y no es que sea contraproducente compartir mis penas con gente de confianza, lo que no es sano, es dejarme manejar ciegamente por sus consejos, que vertidos desde un punto de vista externo, no consideran todos aquellos factores, motivaciones y sentimientos que forman parte de mí y que en última instancia se convierten en determinantes para mi propia vida. Lo que es bueno para ellos, puede resultar malo para mí.

Los consejos de terceros sobre nuestros propios asuntos, suelen estar basados en un esquema lógico, basado en su propia experiencia, que nos convence de su veracidad y que al encontrarnos con la guardia baja, aceptamos sin chistar. Lo que pasamos por alto, es que no siempre lo lógico es verdadero. La lógica se conoce con la mente y la verdad se conoce con el corazón. Tal vez por eso sea que le llamamos “tercero en discordia”, por que “dis” niega a “cordia”, o sea, sin corazón.

Incluso llegamos a decir: “Estoy muy agradecido con fulanito por haberme abierto los ojos”, cuando lo que fulanito hizo, no fue más que hacerme ver las cosas desde su perspectiva. Si lo que fulanito me dijo me con-vence, tengo que recordar que la aplicación de sus consejos en mi vida es responsabilidad absolutamente mía, y que si por alguna razón, las cosas me salen mal por haberle hecho caso, no tengo luego ningún derecho de ir a reclamarle por aconsejarme mal. Después de todo, fui yo quien lo aceptó y lo llevó a la práctica.

Es muy fácil opinar y aconsejar cuando no se está viviendo la situación personalmente. Tal como el refrán popular lo ubica: “Qué bonito es ver los toros desde la barrera”. También recuerdo la atinada definición que el genial Rius hacía de los críticos: “Crítico es aquel que lo sabe todo sobre la teoría del equilibrio, pero es incapaz de andar en bicicleta”.

Esto nos lleva al siguiente punto: Si yo le miro la vida a aquel que me aconseja, ¿lo considero un virtuoso sobre lo que me está aconsejando? ¿Es su forma de vivir un ejemplo para mí? En muchísimas ocasiones, acabamos pidiendo consejos para hacer dinero al que está en la carencia, o guía emocional al que sus relaciones personales están por los suelos.

Y luego está la otra parte, cuando yo me convierto en el consejero: “Pues mira, si yo estuviera en esa situación, lo que haría es….”. Cuando estemos ante esa tentación,  por que alguien nos lo pide, hay que recordarle que le ofrecemos opiniones, nunca consejos, y que él decidirá que le sirve y que no, de los mismos. 

De ninguna forma es sano resolverle los problemas a otro (situación en la que muy comúnmente caen los padres de familia), porque cualquier eventualidad que enfrenten los forma y les dá fuerza. Finalmente los problemas son maestros presentes que tienen lecciones ocultas que ofrecerles. 

Es menester aprender a resolver los problemas por nosotros mismos, para poder graduarnos en nuestra propia vida. No permitamos que un tercero en discordia lo haga desde las sombras, ni caigamos en la trampa de convertirnos en uno.

¡Que tengas un extraordinario fin de semana!

domingo, 7 de octubre de 2012

El difícil arte de aprender a decir “NO” - publicado el 07 de Octubre de 2012

El difícil arte de aprender a decir “NO”


Es de lo más común, encontrarnos con situaciones ante las que es mucho más fácil resolverlas con un rápido y aparentemente inocuo “Si”, que optar por ser congruentes con lo que en el interior nos dicta que es indudablemente un “No”. Y tal como la frase inicial nos advierte, optar por esa alternativa, es un mecanismo para “encontrarnos” reflejados a nosotros mismos, en esas acciones automáticas.

Nos encontrarnos con la incongruencia interna, que reflejada afuera, se convierte en una palabra o una promesa que nunca vamos a cumplir, porque esa era la idea que inicialmente enmascaramos con el inocente “Si”. Desafortunadamente, el hecho de optar por esta opción, produce un efecto contraproducente en los que me rodean. Si les otorgo no-sinceridad, obtengo un comportamiento de desconfianza, de no-confianza, o sea, “sin fianza” que avale mi palabra, por lo que su valor se deprecia hasta casi desaparecer.

Esta ligereza que aparece al no cumplir con la palabra dada, es causada, entre otras cosas, por nuestro sistema legal, donde todo es escrito y la palabra pierde su peso como sustento de lo pactado. “Papelito habla”, esgrimimos como argumento para desmerecer lo que tendría que tener más valor y es todo lo contrario.

No hace mucho, me tocó escuchar una discusión donde a alguien le reclamaban la falta de congruencia entre sus actos y su palabra, con la siguiente frase: “Tú no tienes palabra”. Para mi sorpresa el interpelado le contestó: “las palabras se las lleva el viento, ¿dónde tienes un papel firmado por mí?”

Y es que, precisamente, algo que se habría solucionado con un “No” a tiempo, se convirtió en un “Sí” con efecto de bola de nieve, que a medida que avanza se va convirtiendo en arrolladoramente difícil de controlar, hasta llegar al punto en que desemboca en un problema mucho más grande.

Una de las formas más comunes de usar esta errónea opción, es para salir rápidamente de un compromiso o situación a la que sería más fácil negarse desde un principio. Hacer esto genera, precisamente “salir” de aquello, sacar mi presencia en eso,  separándome con un “Si” de por medio.

En última instancia, este comportamiento se sustenta en la apreciación errónea de que mentir no trae consecuencias y al fin y al cabo son “mentirillas piadosas”, como si fuera por piedad que nos permitimos mentir. No hay piedad en la mentira, sólo consecuencias adversas. “Men-tir” es una manifestación oscura de la “men-te”, que le cuesta admitir la verdad por temor a no poder lidiar con los resultados que se obtendrían siendo honestos.

Cuando incurro en esta falla, estoy tratando de “tapar el sol con un dedo”, porque no me permito exponer mi verdadera postura y mi reacción al negarla, en última instancia, me niega a mi mismo.

Cuando decimos “No”, tememos mostrarnos como personas desagradables y eso nos orilla a ser autocomplacientes con los demás, diciendo siempre “Si”. Existe un pequeño factor que agregado a la negación, permite que sea más amable la respuesta. “No, GRACIAS”, o “No PUEDO”. Y si a eso se le agrega una sonrisa, el efecto será completamente benigno para ambas partes.

Y no se trata de negarse a todo ni tampoco de aceptar cualquier cosa, se trata de ser congruentes con lo que realmente queremos hacer y expresarlo de manera natural, de tal forma que nos convirtamos en personas confiables y honestas que damos el justo valor a la palabra.

De hoy en adelante, cuando te veas tentado a decir “Si”,  pero en tu interior ruge un categórico “No”, permítele expresarse y extérnalo sin miedo, tomando en cuenta lo que te gustaría que te dijeran a ti si la situación fuera al contrario. 

¡Que tengas un feliz fin de semana!