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domingo, 6 de septiembre de 2015

Crónicas de un maestro inesperado. Richard Martín habla - Artículo Inédito


Crónicas de un maestro inesperado. Richard Martín habla

Hace algunos días, 2 buenas amigas y yo, fuimos a visitar a un médico herbolario muy conocido en nuestra localidad. La idea era hacerle algunas consultas relacionadas a su especialidad. Cuando llegamos, Richard Martín, nos recibió muy amablemente y con paciencia y sus casi dos metros de estatura, escuchó las preguntas que le teníamos y nos contestó explicándonos ampliamente y con un lenguaje sencillo de entender, no obstante su acento “gringo” heredado del inglés que aprendió a hablar en su tierra natal: Jamaica.

Sin embargo, algo extraño ocurrió durante nuestra visita: Richard vio o sintió algo en nosotros y súbitamente su charla se tornó en una diferencial reflexión sobre filosofía de la vida y principios espirituales, que muy apasionadamente nos compartió. Su horario de consulta matutino, termina a la 1 p.m. pero eran ya las tres de la tarde y las interesantísimas analogías y lecciones seguían brotando, como si nada.

Desafortunadamente, el tiempo se nos vino encima y tuvimos que retirarnos, pero en orden de honrar aquello tan valioso que nos compartió y preservarlo para quién le pueda servir, me di a la tarea de elaborar esta pequeña reseña de aquella charla que tuvimos el privilegio de escuchar. Espero que te sirva tanto como a nosotros.

La Analogía de la alberca: Cuando no hay viento, una alberca está en paz. Puede estar vacía y llena al mismo tiempo. Esto ocurre porque a pesar de estar llena de agua, está vacía de peces o personas que nadan en ella. Si en esas condiciones  me acerco a la superficie de la misma, encontraré que es similar a un espejo y es en ese momento que puedo ver con claridad, mi imagen reflejada. Por el contrario, si la alberca está en movimiento por el viento y alguna persona está nadando ahí, entonces mi imagen no podrá reflejarse, debido a la tribulación que presenta.

Al igual que la alberca, para poder conocerme, necesito estar en paz, y un camino hacia eso es la meditación: aquietar los pensamientos y la tribulación de la mente y así poder conocer a mí yo verdadero. Si permaneces en un estado constante de actividad, por tu trabajo o tus ocupaciones, y no te das tiempo para estar en comunión contigo mismo, tal vez nunca llegues a saber quién eres en realidad y confundas tu verdadera esencia divina con el personaje que interpretas día a día. Vacíate de "rumia mental" y llénate de paz.

La montaña: Cuando veo una montaña a lo lejos y me propongo escalarla, entenderé que aquello que me separa de la cima es espacio, y en orden de poder recorrerlo, necesito tiempo. Entiendo entonces que el concepto de espacio y tiempo, no están separados, sino que representan una unidad.

Una vez que he tomado la decisión de hacerlo, tendré que pasar valles, cruzar ríos, abrirme paso entre la maleza… y si no dejo de dirigirme hacia mi objetivo, eventualmente llegaré. Pero cuando esté en la cima, me daré cuenta de que lo único que necesité para cubrir la distancia fue tiempo, y por supuesto, los tres factores que tendré que poner en juego para lograr cualquier cosa que me proponga en la vida: Paciencia, para no dejarme vencer por la espera, Perseverancia, para que la justificación no me derrote y finalmente Persistencia, para que las circunstancias del camino no me frenen.

Los zapatos forzados: Imagina a una mujer que calza del 5. Un día, caminando por un centro comercial, descubre unos hermosos zapatos que le fascinan. Sin pensarlo, entra en la tienda y pide al dependiente que se los muestre. Él regresa de la bodega con una mueca de angustia, porque resulta que sólo tiene del número 4 ½. En ese modelo, no llega hasta el 5. Ella le pide que se los muestre de todas maneras. Al probárselos, se da cuenta que le aprietan, pero están tan bonitos y se le ven tan bien que decide llevárselos aun así.

Un día, la mujer es invitada a una fiesta, a la cual decide llevarse aquellos hermosos zapatos, pero durante su estancia ahí, pasa una de las peores noches porque sus pies están siendo inmisericordemente castigados por la presión excesiva de esos zapatos que tan bien se le ven.

Cuando te empeñas en no hacer aquello para lo que te encarnaste, sino lo que los otros (padres, hermanos, maestros, sacerdotes, amigos, etc.) han escogido para ti, es exactamente como si usaras zapatos que no son de tu medida. Tal vez tengas notoriedad, fama y dinero, pero nada de eso sirve para cumplir tu misión en la vida, que está delineada en tus aptitudes, brillos y miedos. Al nacer, traes la información genética precisa que dicta que punto calzarás y para qué eres bueno en esta vida. Descubrir tu propósito, no es tan diferente de averiguar la medida de tu calzado, porque si compras de un punto diferente al tuyo, te molestará lo mismo que si no te dedicas a hacer lo que viniste a hacer a este plano. Usar el punto exacto de calzado, otorga la misma paz a mis pies que entregarme a mi misión personal. Después de todo, y como decía sabiamente Lao-Tsé: “Si te dedicas a hacer lo que te gusta, nunca más trabajarás en tu vida”

El origen del patito feo: Todos conocemos aquél cuento infantil del huevo de cisne que se pierde y es empollado por una pata en su nido. Al nacer el pequeño cisne, se veía diferente de sus hermanos patitos, por lo que es despreciado y relegado, hasta que crece y se convierte en un magnífico cisne, que en realidad siempre fue, sólo que no se había dado cuenta, debido a sus circunstancias.

Esa bella fábula de Hans Christian Andersen, y que fue publicada en 1843, encierra grandes enseñanzas sobre la autoestima. Lo interesante es que su autor se inspiró en él mismo para escribirla. El Sr. Andersen era un hombre de aspecto muy grotesco. La gente le rehuía y evitaba a toda costa estar cerca de él.

Sintiéndose despreciado, en algún momento de su solitaria vida, descubrió que tenía un don innato para contar historias a los niños que lo esperaban gustosos para escucharlo. Al descubrir su brillo, descubrió su valor y de esa forma dejó de ser “el patito feo”.

En algún momento de nuestras vidas, todos nos hemos sentido ese “patito feo”, porque no cumplimos los requisitos que otros nos han impuesto que debemos ser. Si encontramos nuestro brillo personal, nuestras cualidades innatas, aquello que podríamos hacer por horas y horas sin sentirlo, entonces y sólo entonces nos convertiremos en ese bello cisne que vive encerrado dentro de nosotros.

La rama del árbol y el gato: En una ocasión, un gato era perseguido por una jauría de perros. Desesperado el pobre felino, trepó como pudo a un pequeño árbol, que tenía la forma de una caña de pescar: era poco grueso de la parte baja, tronco y raíz, pero se iba haciendo cada vez más delgado hacia la punta. El gato se refugió en una de las ramas centrales del árbol, donde se sentía a salvo de sus perseguidores caninos. Los perros, sintiéndose burlados, le ladraban cada vez más agresivamente. Esto provocó tanto miedo en el pobre gato, que decidió subir más hasta llegar a la punta del árbol, donde seguramente se sentiría más protegido.

Sin embargo, al llegar a la punta que era muy delgada, el arbolito se dobló con el peso del gato, quedando al ras del suelo y al alcance de sus perseguidores, que inmediatamente aprovecharon el descuido y se abalanzaron sobre él, despedazándolo casi al instante.

En la vida hay que saber situarse en la rama correcta que representa el justo medio, pues como dice el refrán: “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”. Si pretendes ir más allá de tu punto de equilibrio, entonces tienes el riesgo de que, tal como al gato, seas devorado por aquello que tratabas de evitar, y por ende, tu solución se convierta en problema, y al final acabes peor que como estabas al principio. Después de todo, el virtuoso es aquel que logra ubicarse en el punto medio exacto de cualquier cosa, sin desviarse a los extremos.

La relatividad del peso de lo que cargas: Visualiza un objeto pequeño, que quepa en la planta de tu mano. Puede ser cualquier cosa como una naranja, un bolígrafo o un pequeño florero. Si tomas ese objeto entre tus manos, te darás cuenta que es sumamente ligero y por tanto, cargarlo no representa un desafío para ti. Lo haces con toda naturalidad. No obstante, si ese mismo objeto, lo pones en tu palma abierta y con el brazo estirado, ¿Cuánto tiempo podrías sostener su peso de esa forma? Te animo a que pruebes. La fuerza de tu brazo al estirarse más el peso del objeto en tu palma, no te permitirá aguantar mucho tiempo y terminarás rindiéndote. Y aquel objeto pequeño lo percibirás tan extraordinariamente pesado, como nunca lo hubieras imaginado.

En la vida las cosas funcionan exactamente igual. ¿Por qué hay cosas que a algunas personas se les hacen tan extraordinariamente difíciles de sobrellevar, cuando a otras parece no costarles trabajo? Dependiendo del ángulo en el que decidas percibirlas, así será la carga ligera o pesada que manifiestes en tu existencia.

La falla del maestro: En una ocasión, un maestro tibetano le enseñaba a un alumno sus habilidades para tirar con arco y flecha. Su puntería era asombrosa, pues no erraba una sola vez al blanco. En seguida, le pidió a su pupilo que le vendara los ojos. Cuando el maestro intentó acertar, el esfuerzo fue totalmente nulo. Ni una flecha había caído siquiera cerca del objetivo. El alumno anunció aquello con una cierta ironía en el tono de su voz, a lo que el maestro le contestó: “Si tus ojos no pueden ver hacia dónde estás tirando, es muy posible que nunca aciertes a tus objetivos, tanto si no utilizas tus ojos físicos, como el ojo de tu mente, siendo éste el que más importa cuando quieres lograr algo. Siempre visualiza lo que quieres antes de dirigirte hacia eso. En aquello que se concentra el ojo de tu mente, eventualmente será aquello que verán tus ojos físicos”.

En Resumen: Cultiva la paz interior para conocerte a ti mismo. Meditar es una forma de hacerlo. Es importante saber quién eres realmente, más allá de los roles, géneros y ocupaciones, para que así puedas llevar a cabo tu misión personal en este plano. No importa la apariencia que tengas, sino que tu desempeño sea congruente con aquella misión.

Cualquier cosa que quieras lograr en la vida, primero tiene que ser visualizada en la mente, para poder manifestarla en lo denso. Es también muy importante recordar que hay tres actitudes necesarias para manifestar tus propósitos: Paciencia, Persistencia y Perseverancia. Aprende a cargar aquello que quieras llevar contigo, es sólo cuestión de cómo decides percibirlo.

En cuanto tus objetivos sean alcanzados, entonces mantente ubicado en un punto de equilibrio que no se desfase de aquello que siempre anhelaste. Más vale vivir bien y en paz, que con muchos lujos y sin tiempo ni tranquilidad para poder disfrutarlos.