La inmensa mayoría de la gente, cree que tener aspiraciones
se limita al reino de lo físico, del dinero y las posesiones materiales. Tan es
así, que he escuchado a alguien quejarse de las personas que no tienen
aspiraciones porque “cómo es posible que no quieran tener más cosas”. Confunden
el “ser” con el “tener”. El “ser” propicia el “tener” como efecto, pero el
“tener” jamás generará al “ser”. O dicho de otro modo: “El hábito no hace al
monje”.
Dependiendo de tu nivel de consciencia, es la estatura que
tendrán tus aspiraciones, deseos y anhelos. Mientras más elevado sea ese nivel,
más extraños le parecerán a la gente que te rodea, tus metas. Recuerdo una
frase de Nietzsche que decía: “Mientras más alto volamos, más
pequeños parecemos a los que aún no pueden hacerlo”.
Desear tener cosas materiales no es malo, lo
malo es que se ubique ese deseo como lo más elevado a lo que puede ascender un
ser. Si consideras que todas las posesiones que van llegando a tu vida son las
que te definen, entonces tu valor depende de un montón de objetos acumulados.
Tal como lo ubica genialmente Paulo Coelho:
“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mídela por aquellas cosas que no
cambiarías por dinero”. Comprender esto, es comprender que lo más importante
que tienes en la vida, no tiene precio, ni se cotiza en la bolsa de valores.
Cuando has subido algunos peldaños en la escalera infinita
de la consciencia, las cosas se empiezan a ver de manera muy diferente.
Desafortunadamente, el despertar a ese estado no es sencillo y requiere de
algún esfuerzo. A veces, un evento trágico que te ocurre en la vida, de esos
que han llamado “noche oscura del alma”, te hace despertar violentamente de tu
zona de confort y de súbito te cambia la percepción. Sin embargo, después de
una caída, la forma en que la tomes, determinará la forma en que te levantes de
la misma, si es que quieres levantarte.
También tendrás que entender que siempre has estado dominado
por el ego y si no aprendes a ponerlo a trabajar a tu favor, él siempre
trabajará diligentemente en tu contra y todo lo que vives y aprendes que te
sirve para crecer, él lo usará para todo lo contrario, sobre todo cuando se
trata del crecimiento personal, que tanto lo asusta.
Así mismo, es menester establecer una diferencia importante
en cuanto al concepto de “espiritualidad”. Se tiende a confundir con el
concepto “religión”, aunque no es lo mismo. La religión se encarga de la
relación con Dios, y la espiritualidad se encarga de la relación con tu propio
espíritu. Se trata de hacer un viaje al interior de ti y comprender la
verdadera esencia de tu ser, independientemente de la religión que profeses. En ese sentido, la religión establece que
acercarte a Dios salvará tu alma, pero cultivar la espiritualidad se encargará
de que esa alma tenga calidad.
Para ilustrar un poco más todo este asunto, te propongo
algunos ejemplos de aspiraciones materiales
y luego, haciendo contraste,
otras espirituales, para facilitar el entendimiento por diferencia.
Ejemplos de Aspiraciones Materiales:
Terminar mi carrera
Comprar un auto o una casa
Poner un negocio
Conseguir un trabajo
Ejemplos de Aspiraciones Espirituales:
Elevar mi nivel de consciencia
Generar mi propia realidad
Convertir al ego en mi aliado
Descubrir mi misión personal en esta existencia
Aprender a liberarme de apegos
Como ves, la diferencia entre ambas es abismal. Las
materiales son siempre tangibles y del reino de lo denso, a diferencia de las
espirituales que son mucho más sutiles, pero, a mi parecer, mucho más
importantes porque determinan el rumbo de tu existencia.
No existe un catálogo de algún tipo de aspiraciones, ni hay
unas mejor que otras. En ambos casos tendrán que estar sujetas a tu propio
deseo y a tu voluntad y persistencia.
La buena noticia es
que si procuras tus propias aspiraciones espirituales, las materiales llegarán
por añadidura. La ley de correspondencia establece que: “Como es arriba, es
abajo. Como es adentro, es afuera”. Si cambias tu percepción de las cosas,
entonces las cosas cambian. Al trabajar con lo que tienes en tu interior, el
exterior, por reflejo cambiará.
Pero, como siempre, tú tienes la última palabra, sin dejar
de considerar que esa palabra depende directamente de tu nivel de consciencia y
de la influencia del ego, porque tal como Buda decía: “¿Quién mueve tu lengua
cuando hablas?”