La Amistad Virtual sin Virtud
Con cuanta frecuencia, tus padres, tus parejas, tus maestros te han aconsejado que “a tus amigos debes escogerlos, que sean gente buena y triunfadora, porque si te juntas con perdedores, te puedes convertir en uno de ellos”. Esa idea, como concepto abstracto está muy bien intencionada, pero tiene pocas probabilidades de aplicación en la vida cotidiana.Un amigo no se puede escoger, ni se puede forzar, ni se
puede generar a voluntad. Imagina tu reacción si alguien se te acercara en la
calle y te dijera que quiere ser tu amigo porque te admira. Lo que sí tenemos a
nuestro alcance, es alejarnos de amigos con los que la relación ya dejó de
tener afinidades y lugares comunes, así como cuando ya nada se puede aportar ni
recibir.
A ese respecto, las redes sociales juegan un papel
protagónico al tildar de “amigo” a una persona que probablemente ni siquiera
conocemos y que, si nos lo cruzamos en la calle, no recibamos ni un saludo de
cortesía. En ese sentido, el adjetivo de “amigo”, se convierte en un eufemismo
para referirnos a un conocido o a un referenciado de alguien más, y eso es
todo.
Los espacios virtuales, dan pie a que se le dé más
importancia a la cantidad que a la calidad. Se busca entonces, tener la mayor
cantidad posible de “amigos”, haciendo eco de la estrofa de Roberto Carlos que
reza: “Yo quiero tener un millón de amigos, y así más fuerte poder cantar”.
Lo que nos lleva a entablar una amistad, es algo que los
occidentales tenemos muy desvalorizado: la casualidad. Ésta es tan importante,
que, si te pones a ver tu vida en retrospectiva, te vas a dar cuenta que las
decisiones que han sido parteaguas en tu historia personal se han debido a la
casualidad. Por ejemplo ¿por qué estás con tu pareja actual y no con otra?,
¿por qué estudiaste lo que estudiaste? Y ¿por qué tienes los amigos que tienes
y no otros? Viene a colación la genial frase de John Lennon: “La vida es todo
aquello que te ocurre, mientras te la pasas haciendo planes muy diferentes”.
La casualidad genera convergencia, y eso es lo que entrama
que una persona se convierta en amigo de otra. No obstante, la conservación de
la amistad sí depende directamente de nuestra interacción con los amigos. Es la
planta que, si no la riegas y le das mantenimiento, se marchita.
En un meme que circula por internet, se lee: “En la vida es
importante tener amigos que sean a la vez espejo y sombra. El espejo nunca
miente, y la sombra nunca se aleja”. Aunque el amigo no siempre puede estar
físicamente, su presencia se deja sentir y se sabe que contamos con él en cualquier
circunstancia adversa.
A manera de auto-cita, en mi artículo “La Amistad
Conveniente”, expuse lo que creo que mantiene la cohesión de una amistad, por
lo que te lo comparto a continuación:
“Dicho de otra forma, la amistad se trata de dar sin
esperar recibir, y recibir sin tener que dar nada a cambio. Pero el intercambio
subsiste, aunque no sea el objetivo principal de esa relación y en la medida
que continúe, la amistad sigue. En el momento que ya no puedo aportar nada ni
recibir, el amigo sigue existiendo, pero cada vez más alejado, a veces en
tiempo, a veces en espacio y al final en ambos. De este modo, la convergencia
se transforma eventualmente en divergencia.
Es maravilloso darte cuenta de que un amigo “es aquél que
te quiere a pesar de que te conoce”. Te acepta sin tratar de cambiarte, pero no
es indiferente a tus defectos. La afinidad se impone y genera esos lazos que
hacen que una amistad se solidifique con el paso del tiempo.
Un amigo es un aliado, un cómplice, un confesor y un
consejero, todo a la vez. Aunque es cierto que los amigos verdaderos se cuentan
con los dedos de una mano y sobran dedos, es precisamente esa particularidad la
que los hace tan valiosos, por eso es tan importante cultivarlos y
conservarlos. En última instancia, ellos forman parte de lo que llamamos
capital social.”
Si consideramos todas estas aristas, resulta muy difícil
poder llamar “amigo” a alguien que no tiene otro mérito, que aparecer en mi
lista de contactos. En última instancia, la amistad, en nuestros días, se ha convertido
en Virtual, en lugar de ser Virtuosa, y todo ocurre en el mundo de las
apariencias y los espejismos sociales, que no nos permiten observar más allá de
lo que vemos a simple vista.
Es menester cultivar a los amigos que te hacen crecer y alejarse
de los que te hunden cada vez que los frecuentas. Si quieres ampliar tu círculo
de amigos, lo que hay que hacer es algo muy simple: haz lo que tengas que hacer
en tu día a día, desarrolla tu empatía y tu espíritu de servicio y siempre
sonríe a los que se crucen contigo. Por afinidad vibratoria, los amigos irán
llegando a ti cuando menos lo esperes.
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