Cuando quieres darte por vencido
Trémulo de pavor piénsate bravo,
Y arremete feroz ya mal herido”
¡Avanti! (fragmento) –
Almafuerte (poeta Argentino)
En la vida
de cualquier persona siempre han existido momentos en los que el impulso de “aventar
la toalla” (como se hace en el box, para darse por derrotado), se manifiesta.
En esos instantes, las situaciones que enfrentamos, parecen no tener solución y
nuestra reacción es abandonar aquel entramado que sentimos tan grande y tan
fuerte, que nos hace considerarnos incompetentes para resolverlo. Sólo nos
resta huir lo antes posible.Sin embargo, si a ti te ha tocado protagonizar tal acto, te habrás dado cuenta de algo muy recurrente: no importa a dónde te vayas, los problemas de los que aparentemente habías huido, te acompañarán como fieles perros falderos. Tu inconsciente traicionero se encargará de volver a armarte la misma puesta en escena, pero ahora con diferentes personajes.
Tal es el
caso de la chica que se casa porque ya no soporta a sus padres, y su esposo
acaba siendo el villano del cuento, o de aquel que se va a otra ciudad a buscar
trabajo y en su nueva labor acaba encontrando justamente lo mismo de lo que
originalmente trataba de escapar. O aquel que una y otra vez fracasa en sus
relaciones sentimentales, y se pregunta: “¿Por qué a mí siempre me tocan
mujeres problemáticas?”
Siempre lo
más cómodo es culpar a las circunstancias, porque automáticamente nos exime de
la responsabilidad de enfrentar los hechos como resultado de nuestros previos
pensamientos y actitudes.
Normalmente
crees que tus problemas son tan especiales, que nadie más los padece y por
tanto, no te pueden comprender. Pues lamento decepcionarte, pero tus problemas
son tremendamente comunes y son los mismos que todo mundo tiene. Tan es así,
que cualquiera de ellos cae en uno de los siguientes supuestos: vida y muerte;
amor y odio; riqueza y pobreza; salud y enfermedad.
No hay que
perder de vista que como seres espirituales que somos, no tenemos ningún
problema. Todos ellos pertenecen al mundo de lo físico y la mayoría de las
veces están sólo en la mente. Al partir
de este plano, cualquier problema real o imaginario, queda sin efecto. Lo único
que trasciende con nosotros es la enseñanza que nos aportan.
La buena
noticia es que todos los reveses que sufres en la vida, son maestros que te
están dando la oportunidad de aprender por fin, aquello que tanto trabajo te
cuesta asimilar. ¿No te parece un poco extraño que en cuanto enfrentas un
problema y lo resuelves, éste deja de ser recurrente en todos los ámbitos de tu
vida? Y no sólo cesa, sino que al resolverse, se disuelve, para no volver
jamás. Los problemas deben ser enfrentados dónde y cuando surgen, no después.
Cuando te
sientes derrotado, te entregas a la inacción y a la desesperación, porque crees
erróneamente que ya no hay nada que hacer. Y es justamente eso, lo que hay que
evitar. Tu actitud debe ser pro-activa y no pasiva. La acción es la cura de la
contemplación derrotista. En la encrucijada entre hacer y no hacer, siempre es
mejor hacer. Cuando te avocas al hacer, obtendrás un resultado, y tienes que
recordar que todo resultado, sea cual sea, suma. La ausencia de resultados,
resta.
Siempre hay
una luz al final del túnel, sin importar cuan oscuro sea. Tu voluntad para
salir de él, es el único motor que te puede impulsar hacia afuera. No esperes
que alguien llegue y te saque de ahí. La responsabilidad de hacerlo es toda
tuya y también lo será el aprendizaje que obtengas en el tránsito. ¡No te
rindas jamás!
¡Que tengas
un maravilloso fin de semana!
No hay comentarios:
Publicar un comentario