Soy Invulnerable
“Soy
invulnerable porque sé ayunar, se esperar y sé olvidar”Epícteto
Esta frase
que corona nuestra columna el día de hoy, es una de las más poderosas que he
escuchado jamás, tanto, que creo que merece un análisis a fondo para lograr
entenderla e incorporarla como filosofía de vida.
Lo primero
que vale la pena averiguar es quién la dijo y en qué contexto lo hizo. Epícteto
era un esclavo durante el imperio romano. Eventualmente se convirtió en filósofo
de la escuela estoica y maestro en su época, legándonos una cantidad importante
de pensamientos y reflexiones recogidos por su discípulo Flavio Arriano, quien
fue un reconocido historiador de ese periodo.
¿Qué es lo
que hacía invulnerable al buen Epícteto como para proclamarlo en semejante
decreto? Primero: “Sé ayunar”. Existen dos formas de ayuno, la voluntaria y la
impuesta. En su caso, es evidente que se refería a la segunda. El imperio
romano era tremendamente cruel con los esclavos, les daba muy poca comida para
debilitar sus fuerzas y su voluntad
evitando así cualquier intento de sublevación.
La enseñanza
que podemos recoger de esta parte, es que aunque las circunstancias del entorno
sean tan adversas, que no podamos atender las necesidades del cuerpo como nos
gustaría hacerlo, tenemos que aprender a no ser controlado por ellas, sino que
seamos nosotros los que decidimos hacerlo. “No como bien, no porque no me das
comida, sino porque ante la escasez de comida yo decido no comer, por lo tanto,
pierdes tu poder sobre mí”. Me vuelvo poderoso al convertir un aparente
“castigo” en una decisión propia. En lugar de resistirme y pelear con una
circunstancia externa inevitable que me impone hacer o dejar de hacer cualquier
cosa, la dejo fluir y la abrazo como idea propia.
En segundo
lugar tenemos: “Sé esperar”. Es la trampa de la espera de la que ya habíamos
hablado en el artículo “Los guardianes invisibles”. Cuando deseas algo, y las
circunstancias parecen ser poco favorables para que se realice, la tendencia
es abandonar y enfocar la atención en otra cosa. “El que
espera, desespera”, dice un refrán. El ego nos dicta que aquello que queremos
lo tenemos que tener aquí y ahora, y si no es así, nuestra atención es
inmediatamente captada por algo nuevo que nos parece más interesante que lo
anterior, obteniendo como resultado que no lleguemos a concretar casi nada.
Aprender a
esperar es enfocar tu deseo y tener la certeza que de un modo u otro aquello
que anhelas te va a llegar, siempre y cuando pongas tu parte en la realización.
Tal como nos dice Paulo Coelho en el libro “El alquimista”: “Cuando realmente
deseas algo, el universo conspira para que lo obtengas”. Es como si plantaras
una semilla de un árbol y te desesperaras porque a la semana no ves resultados.
A la vida le toma tiempo generar aquello que has propiciado, pero si sabes
esperar, los resultados te harán saborear las mieles de la victoria.
En tercer
lugar tenemos “Sé olvidar”. Ésta es, sin la menor duda, la más poderosa de las
tres. Es muy distinto olvidar por decisión que olvidar por efecto. Es aprender
a no regirnos por eventos pasados, que aunque en su momento nos hayan provocado
un gran dolor, ya no están en el presente y no tiene caso seguirlos cargando a
cuestas.
Si tenemos
el poder de olvidar, también tenemos el poder de recordar, entonces nos queda
la responsabilidad de construir nuestros pensamientos recurrentes sólo con las
cosas que nos han servido y hemos disfrutado. Los eventos del pasado que no nos
gustan tenemos que aprender a eliminarlos de nuestro pensamiento para lograr
aprovechar la lección que nos han dejado. Es desechar la experiencia y
quedarnos con la enseñanza. Es aprender a perdonar y perdonarnos, porque el
perdón trae la paz que facilita el olvido.
Si logras
incorporar estos tres grandes poderes que nos heredó aquel antiguo esclavo y
filósofo romano a tu propia vida, te convertirás en un ser poderoso y sobre
todo invulnerable.
¡Que tengas
un extraordinario fin de semana!
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