La resurrección de todos los días
Todos los
días, al terminar la jornada de la vida diaria, nuestro cuerpo necesita
descanso y procedemos a realizar el familiar y necesario acto de ir a dormir.
No hay nada mejor que una tibia cama y una almohada suavecita para entregarnos
de lleno al mundo de los sueños. Al entrar a ese reinado onírico, la mente
pierde la noción de situación del cuerpo y comienza a deambular caóticamente,
entre lugares, personas y situaciones que se transforman unas en otras sin
orden aparente.
La postura
del cuerpo para prepararse a dormir, no es muy diferente a la forma en que se
acomoda a un cuerpo inerte que yace sin vida en un ataúd. Los muertos pierden
la conciencia del mundo que les rodea de una forma muy parecida a los que
duermen, con la diferencia que estos últimos eventualmente despiertan, mientras
que los primeros duermen el llamado “sueño eterno”.
Visto desde
esta perspectiva, cada vez que dormimos, nos desconectamos de la realidad
circundante de forma tan radical, que aparentemente “morimos” a ella, al
trasladar nuestra conciencia a otro lugar, por lo que podemos deducir que al
despertar de ese mundo surrealista de todos los días, “resucitamos” al mundo
denso que definimos como “real”. Después de todo, la muerte se perfila como un
sueño del que ya no vamos a despertar, y que en él, probablemente recordaremos
la vida como un sueño.
Ninguneamos
los sueños porque al contrastarlos con el mundo “real”, les restamos
importancia. Con frecuencia escuchamos “Fue sólo un sueño”, como si no hubiera
que tomarlos en cuenta como parte de nuestro diario vivir. De pronto, olvidamos
que pasamos la tercera parte de nuestra vida dormidos, y no sólo descansando,
pues de hecho, la mente descansa muy poco durante el período de sueño diario.
Una de las
razones por las que no los tomamos en cuenta, es por la falta de continuidad.
Todos los días al despertar, nuestra historia comienza justo donde la dejamos
un día anterior. En cambio, en el mundo de los sueños, es muy poco común que
continúen donde se quedaron la noche pasada. Nuestra percepción en estado de
vigilia es lineal, esto es, percibimos un evento después del otro de forma
secuencial, y todo lo que no lo sea, lo ignoramos o le restamos importancia,
porque no lo entendemos.
Esta
limitante perceptual, se debe a que nuestro sistema nervioso, funciona a base
de impulsos secuenciales, lo que nos orilla a percibir las cosas de ese mismo
modo. Es cómo el corazón que al latir, hace la sístole (contracción) y luego la
diástole (relajación) y así sucesivamente.
Cuando
ingresamos al mundo de los sueños, nuestros sentidos comienzan a captar
visiones, sonidos y sensaciones, que conforman nuestra realidad de ese momento.
Ahí nos damos cuenta que no vemos con los ojos sino con la mente, si no ¿cómo
soñaríamos si tenemos los ojos cerrados? Y mejor aún, ¿cómo sueña un ciego de
nacimiento, si no tiene referentes visuales?
En el mundo
de los sueños, se le prohíbe estrictamente la entrada a la lógica y al
razonamiento, que sólo pertenecen al mundo de la vigilia. Ahí, todo se vale y
no hay restricciones de ninguna especie. Y me doy cuenta de eso, porque al
despertar, lo primero que hago es juzgar lo que recuerdo del sueño. Cuando aún
no he acabado de desmodorrarme, el juez interno ya comienza sus labores
diarias.
La
información que puedas recordar de un sueño vívido, es muy valiosa para develar
asuntos que requieren tu atención en el mundo de vigilia. Es recomendable
llevar un diario de sueños, porque algunos de ellos no revelan su significado
de inmediato y también, porque a medida que empieza a transcurrir el día,
tienden a olvidarse. Es importante anotar que no existe una fórmula universal
interpretativa de los sueños, porque cada quien le otorga un significado
diferente al mismo concepto.
Y tal vez lo
más importante de todo este ritual de dormir y re-suscitar a la vida diaria,
sea no perder de vista que el mero hecho de abrir los ojos una vez más, es
motivo suficiente para sentirnos agradecidos con la vida, y en un acto de
reciprocidad, tratemos de vivir plenamente cada nuevo día, antes de que el
“sueño eterno” ya no nos permita despertar una vez más.
¡Que tengas
un feliz fin de semana!
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