La Sombra de un Hombre Solitario
“La soledad es muy
hermosa…cuando se tiene junto a alguien a quién decírselo”
Gustavo Adolfo Bécquer
Los momentos
más importantes de nuestra vida los experimentamos, querámoslo o no, solos. Me
refiero a nacer y morir. Y no es que al salir al mundo, o del mundo, no haya
quien nos reciba, siempre habrá quien lo haga para bien o para mal, pero el
punto es que la transición siempre es en solitario. Un acto tan común como es
ir a dormir, es un recuerdo cotidiano de aquel estado que atravesaremos tarde o
temprano.
El ser
humano es social por naturaleza y busca la compañía de sus semejantes a lo
largo del trayecto de su vida, por ello la soledad es algo que prefiere evitar
en la medida de lo posible.
Existe una
creencia generalizada en concebir a la soledad como una condición, cuando es en
realidad una actitud. Esto se hace evidente al viajar en un autobús urbano:
aunque todos viajan juntos nadie habla con nadie y los que no van ensimismados
en su diálogo interno, optan por fugarse de la opresiva soledad comunitaria
escuchando música con audífonos o revisando sus mensajes en el celular, y lo
único que les preocupa del entorno, es estar atentos a la parada donde tienen
que bajarse.
No obstante,
al estar en compañía de una sola persona con la que nos sentimos a gusto, no
importan las condiciones en las que nos encontremos, nos daremos cuenta que
nada nos falta y la soledad no podrá hacerse presente.
Eso nos
lleva a conceptuar a la soledad, no por lo que es, sino por lo que no es:
“Soledad no es añorar compañía, es añorar semejanza”. Esa es la razón por la
que a veces, aún acompañados, nos sentimos solos. No basta con una presencia
física.
Hay veces
que intentamos mentirnos a nosotros mismos, diciéndonos que en soledad somos
más libres y que podemos hacer lo que queramos sin rendir cuentas a nadie. Y
aunque eso es cierto, en el fondo sabemos que, como aquel proverbio chino apunta sabiamente: “Si caminas solo, llegarás
más rápido; Si caminas acompañado, llegarás más lejos”.
No es por
casualidad que la tasa de suicidios aumenta en las navidades y días festivos,
porque es en esos días cuando la soledad se ensaña en manifestarse y
sirviéndose de la voz del ego, nos recuerda su presencia, y más aún, nos cuenta
lo bien acompañados que están todos los demás y lo mucho que nos estamos
perdiendo por estar solos.
Un triste
ejemplo de soledad impuesta, son los ancianos que son refundidos en los asilos,
como si de estorbos se tratara. El contenido de sus pláticas es siempre
nostálgico y deprimente. En la mayoría de los casos, los arrumban como si
fueran muebles viejos, que ya no saben dónde guardar, y creen que con ir a
visitarlos una vez al año, es más que suficiente, para luego estar esperando
sólo el día de su muerte.
En última
instancia, es decisión mía como me quiero sentir, porque aunque esté en una
isla desierta, siempre estaré acompañado de mis pensamientos, y si entiendo que
yo no soy mis pensamientos, sino el que los piensa, comprendo entonces que
mientras viva, nunca me dejarán solo.
Existe una
canción de Alan Parsons Project que se llama, “The Shadow of a Lonely Man” (La
Sombra de un Hombre Solitario). Interpretada por John Miles en los vocales y
Alan Parsons en la música, que logra un sentimiento de añoranza y nostalgia,
perfectamente transmitido en una magistral interpretación.
Para
ilustrar aquello de lo que venimos hablando, y a manera de tributo, he aquí una
traducción libre de la letra de esa canción, verdadera oda a la soledad, que
estoy seguro logrará resonar en más de alguno. Al pie del artículo está una
liga para escucharla:
“Mírame
ahora, soy la sombra del hombre que solía ser,
Mira a
través de mis ojos y verás a través de años de soledad”
“Hubo
momentos en mi vida, en los que no podía soportar perder un simple juego.
Y lo de
menos para mí era la fama y la fortuna,
Pero ese
sueño parecía terminar, tan pronto como comenzaba, ¿Cómo iba a saberlo?
Y la última
cosa que había en mi mente, era que el show al final se acaba
La sombra de
un hombre solitario que no siente a nadie más
En la sombra
de un hombre solitario,
Me puedo ver
a mí mismo.
Los sonidos
de las multitudes, cuando me vienen a ver, ya no son los mismos
Y lo curioso,
es que ni siquiera puedo recordar mi nombre
Pero me voy
a aferrar a una esperanza, hasta que no pueda aguantar más
Y aún con todos
los elogios, me doy cuenta que estoy solo
Y lo que veo
cuando miro a través de la puerta
Es la sombra
de un hombre solitario y no hay nadie más,
En la sombra
de un hombre muy solitario,
Me puedo ver
a mí mismo.
Mírame
ahora, soy la sombra del hombre que solía ser.
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