La amistad conveniente
“Quien tiene
un amigo, tiene un tesoro”
Es
extraordinariamente común creer que amistad y conveniencia son dos términos
opuestos, debido a que la mayoría
considera que cuando tienes un amigo que te conviene, entonces no eres
verdadero amigo, sino un convenenciero. Extrañamente siempre se asocia lo
conveniente con lo económico. Nada más alejado de la realidad.
Si un amigo
te “con-viene”, es por que “viene-con” algo que tu precisas y que no
necesariamente se tiene que referir a cuestiones monetarias. Podemos considerar
como ejemplo, cuando un amigo te aporta conocimientos, compañía, consejos o
simplemente tiene disposición de escucharte.
El amigo
verdadero no es el que, al verte abatido por las circunstancias, te aconseja
que ya es hora de retirarte y de enfocarte en metas más pequeñas, o de plano en
abandonar tu empeño. Es todo lo contrario, cuando ya casi no te quedan fuerzas
para seguir, te impulsa a continuar y a no claudicar, te motiva y hasta te reta
con tal de ayudarte. Jamás resolverá tus problemas por ti, pero te empujará
para que tu mismo los superes.
Esto genera
una conveniencia en el acto mismo de recibir aquello que nuestros amigos
aportan y que nosotros les correspondemos. Sería imposible ser amigo de una
persona que no tiene nada que compartirme ni yo a ella. Y en esto radica el
verdadero significado de la amistad: Aunque existe un intercambio constante, no
es requisito para que ésta exista.
Dicho de
otra forma, la amistad se trata de dar sin esperar recibir, y recibir sin tener
que dar nada a cambio. Pero el intercambio subsiste, aunque no sea el objetivo
principal de esa relación y en la medida que continúe, la amistad sigue. En el
momento que ya no puedo aportar nada ni recibir, el amigo sigue existiendo pero
cada vez más alejado, a veces en tiempo, a veces en espacio y al final en ambos.
De este modo, la convergencia se transforma eventualmente en divergencia.
La clave
entonces para cultivar una amistad, es pensar en lo que mis amigos necesitan
y procurar, de acuerdo a mis
capacidades, impulsarlos a que lo realicen y ayudarlos en la medida de lo
posible. Si sabemos qué los hace felices, siempre trataremos de que lo
obtengan, porque curiosamente, cuando ellos están contentos, nosotros también
lo estamos, tanto por la satisfacción que eso nos aporta, como porque eso facilita que las cosas que
nosotros necesitamos también nos lleguen. Es simplemente ley de causa y efecto.
Aquello que siembras, es lo que cosechas.
Es
maravilloso darte cuenta que un amigo “es aquél que te quiere a pesar de que te
conoce”. Te acepta sin tratar de cambiarte, pero no es indiferente a tus
defectos. La afinidad se impone y genera esos lazos que hacen que una amistad
se solidifique con el paso del tiempo.
Un amigo es
un aliado, un cómplice, un confesor y un consejero, todo a la vez. Aunque es
cierto que los amigos verdaderos se cuentan con los dedos de una mano y sobran
dedos, es precisamente esa particularidad la que los hace tan valiosos, por eso
es tan importante cultivarlos y conservarlos. En última instancia, ellos forman
parte de lo que llamamos “capital social”.
Del mismo
modo, los amigos son una razón más para sentirnos agradecidos con la vida por
haberlos encontrado. ¡Cuántas “casualidades” tuvieron que entramarse para que
la conexión se llevara a cabo y la semilla fructificara!
Si tienes el
privilegio de contar con un amigo, frecuéntalo y demuéstrale con hechos que
siempre estarás a su lado en cualquier situación. Todo aquello que se comparte,
si es agradable, se disfruta el doble, y si es pesado, pesa la mitad. Es cierto
que los amigos son un tesoro y por eso hay que tratarlos como tal. Después de
todo son ellos los que hacen que el camino que haya que recorrer, sea más luminoso
y placentero.
¡Que tengas
un feliz fin de semana!
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