Tu propio Pepe Grillo
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En nuestra
vida diaria, tenemos un personaje similar que habita dentro de nosotros. Es la
voz de nuestros pensamientos. Se le ha llamado de diferentes formas: el ego, la
voz del conocimiento, el diabólico inconsciente, etc. El hecho es que ha sido
reconocido y ubicado desde la diferente perspectiva de múltiples autores y
escuelas a lo largo de la historia.
En casi todas
las culturas antiguas que lo reconocen, lo identifican como algo ajeno, algo
que aunque está dentro de mí, no me pertenece y por tanto, es algo de lo que
necesito aprender a desligarme. Es mi propio Pepe Grillo.
A diferencia
del personaje del cuento, nuestro Pepito Grillo no es solo bondad y con
frecuencia se comporta de una manera aparentemente malvada. Por ejemplo, su
discurso favorito es recitarte tus fallas del pasado, los “hubieras hecho esto
o aquello”, y las pre-ocupaciones sobre tu futuro, creando una respuesta
emocional en ti que fácilmente se convierte en culpabilidad o stress, según el
caso.
Otra de sus
características es que nunca para de hablar, y
hagas lo que hagas no puedes
callarlo: habla y habla y parece que su deporte favorito fuera distraerte del
momento presente, tratando de llevar tu atención hacia cualquier otro lugar
diferente del que ahora te encuentras, tanto en tiempo como en espacio.
Hay veces
que en lugar de hablar, canta. Pero aparentemente su repertorio es muy
limitado, porque se dedica a repetir la misma canción una y otra vez, sobre
todo si se trata de una melodía que no te gusta pero se te “pega” y no te la
puedes sacar de la cabeza. Incluso llegas a preguntarte, “¿por qué estoy
pensando todo el día en esa tonada que ni siquiera se parece a la música que me
gusta?”
Es de llamar
la atención que muchas personas no soportan oírlo, y es por eso que en los
momentos propicios en los que se deja escuchar su susurro sutil, como al
caminar, en las filas, en el transporte, etc.
prefieren distraerse con audífonos conectados a sus teléfonos o
reproductores de música digital. Pero no hay escapatoria, nuestro malvado Pepe
Grillo, aunque se pueda silenciar de momento, aprovechará circunstancias donde
es imposible rehusarte a escucharlo, como cuando te acuestas para dormir.
Otra de las
características de su vocecita, es que las ideas que maneja son siempre
binarias: frío o calor, negro o blanco, arriba o abajo, adentro o afuera, amigo
o enemigo, etc. Nunca términos medios, siempre polos opuestos. Por tanto, su
mayor rival es la creatividad, porque ahí no tiene cabida, a menos que sirva
para apoyarla.
En vista de
que Pepito Grillo es un acompañante vitalicio y omnipresente, lo mejor que podemos
hacer es educarlo, para que nos diga lo que queremos escuchar y no lo que a él
se le antoje machacarnos. Una de las formas más simples de convertirlo en
aliado es el acto de la concentración. Cuando yo estoy haciendo algo con mis
cinco sentidos, al pobre no le queda más remedio que enfocarse en lo mismo y
puede ser extremadamente útil.
Otra forma
de encausarlo, es cuando nos dedicamos a hacer cualquier actividad creativa, ya
sea pintar, escribir, componer música, cocinar un pastel, etc. Nuestra auténtica
expresión se manifiesta y obliga a nuestro grillito interno a alinearse con el
propósito que persigo. Si estoy pintando me recuerda cuáles son las mezclas de
colores que requiero para obtener otro; si estoy escribiendo, me recuerda
palabras de mi vocabulario que puedo usar en mi artículo y su ortografía
correcta, etc.
La idea es
usar esa vocecita como herramienta de mi alma, de quien realmente soy, y no
como gobernador de mi vida y de mis actos. Es difícil aceptar que aunque vive
dentro de mí, no forma parte de lo que es mío y en la medida que aprenda a
distinguir mi verdadera esencia, de sus continuas insinuaciones, seré más libre
cada día.
Después de
todo, ni soy Pinocho ni tengo por qué aceptar la voz de Pepe Grillo, como si
fuera la voz de los pensamientos que provienen de mi alma. Nunca serán lo mismo
ni me harán sentir de la misma forma. Los de mi alma siempre me dan paz, los de
Pepito Grillo, me ponen a la ofensiva o a la defensiva. La elección depende
sólo de mí.
¡Que tengas
un feliz fin de semana!
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