La ilusión del control
Existe un
aspecto muy curioso que es parte de la naturaleza humana, se trata de la
creencia de que se puede tener el control de todas las variables en cualquier situación
determinada. La industria de los seguros, se sostiene precisamente en ese
intento de tener todas las posibilidades cubiertas en caso de eventualidades,
derivadas del miedo a perder el control de las circunstancias.
Conozco
personas que pecan de ilusos y trazan un diagrama lineal de lo que van a hacer
el resto de su vida, con tiempos y plazos de vencimiento. No digo que esté mal
tener objetivos y metas, todo lo contrario, lo malo es creer que la vida es
como un reloj suizo que no se atrasa ni se adelanta.
Recuerdo el
caso de un amigo que era mi compañero en la universidad. Tenía una cartulina
pegada en la pared de su habitación donde marcaba todo lo que iba a hacer en
cuanto saliera de la escuela. Según su mapa, terminaría la carrera a los 23
años, a los 24 ya tendría un trabajo estable, a los 25 se compraría carro, a
los 29 se compraría una casa, a los 30 se casaría y a los 60 se jubilaría.
La vida le
enseñó con hechos aquella frase que dice: “Cuéntale a Dios tus planes y lo
harás reír”. Terminó la carrera hasta los 26 años porque su novia quedó
embarazada y tenía que dividirse entre la universidad, el trabajo y su casa. Su
hijo nació con un problema de salud, lo que le quitó hasta el último centavo
que tenía, y tuvo que endeudarse más allá de sus posibilidades. Tuvo que tomar
dos trabajos simultáneos para tratar de solventar sus gastos, lo que le redundó
en graves problemas de salud personal.
Es imposible
predecir con exactitud milimétrica el devenir de las vivencias, desde nuestra
pequeña perspectiva humana que constantemente se vanagloria de saberlo todo y
de tenerlo todo previsto.
Pero
entonces, ¿hasta qué punto tenemos libre albedrío para controlar nuestro
destino? El detalle es que sí lo tenemos, pero hay un elemento que entra en
juego, que es el que verdaderamente toma las riendas de la manifestación de la
realidad y opera desde las sombras.
El llamado
“efecto observador” (lo que crees determina lo que observas) en la física
cuántica, demuestra que la realidad se acomoda a los prejuicios del que
observa, esto es, los resultados se alinean a lo que el observador cree que va
a ocurrir. Saber esto ubica que los problemas que actualmente experimentamos y
de los cuales nos creemos víctimas, son un reflejo de lo que hay dentro de
nosotros, desde lo consciente hasta lo inconsciente.
Alguien
podría objetar que nadie puede querer un problema por gusto. Sin embargo, si
los prejuicios se anidan en el subconsciente y se convierten en pensamientos
repetitivos que están “tras bambalinas”, el resultado es que dentro de nosotros
tenemos un generador de realidades problemáticas que no controlamos y que es en
última instancia, el que decide el devenir de nuestra vida.
Si dudas del
contenido negro del subconsciente, pídele a cualquier persona que te narre su
vida y verás que lo hace hilando y entramando los eventos negativos que han
cambiado su aparente “estabilidad” y lo han ido impulsando a moverse a otros
lugares o a tomar diferentes acciones y decisiones. En suma te hablan de lo que
los sacude, no de lo que los arraiga. Es
rarísimo que alguien lo haga puntualizando solo lo bueno que le ha pasado.
También hay
que considerar que las vivencias que experimentamos forman parte de las
lecciones que el alma necesita para aprender.
No es que por ello nos convirtamos en sufridos tolerantes de lo que nos
pasa, sino que las aparentes barreras que salen a nuestro encuentro, son
precisamente para eso, para encontrarnos a nosotros mismos. Por ley divina,
nunca tendremos problemas que no seamos capaces de resolver.
En últimos
términos, si quieres controlar la realidad que habitas, tendrás que hacerlo
desde dentro de ti, porque tu entorno es un reflejo de lo que hay en tu
interior. Si cambias el “adentro”, el “afuera” cambia por resonancia. Si sólo
cambias lo exterior sin modificar lo interior, el resultado será muy débil y efímero,
si es que lo consigues. Creer que se controla lo externo sólo con cosas
externas es una ilusión.
La próxima
vez que te topes con algo fuera de ti, que te frena, no busques resolverlo,
busca disolverlo, Y eso se logra yendo a la causa y la causa siempre la
encontrarás dentro de ti.
¡Que tengas
un maravilloso fin se semana!
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