El síndrome del “Atole con el Dedo”
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“Dar atole
con el dedo”, se refiere estrictamente a alguien que te da una probadita de
atole, con lo que alcanza a pegarse en su dedo al sumergirlo en la bebida. Esta
idea, proyectada en la vida diaria, significa que te conformas con lo poquísimo
que alguien te comparte de cualquier cosa. Esto ubica al “que te da el atole”
como un abusador que se aprovecha de una necesidad, y al que acepta recibirlo,
como un conformista.
Sin embargo,
volviendo a aludir a la sabiduría popular, existe otro refrán que dice. “No
tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”. Aplicándolo a este
caso, encontraríamos que la frase resultante de ambos pensamientos sería: “No
tiene la culpa el que da atole con el dedo, sino el que se lo acepta”.
Tratando de
encuadrar estos comportamientos dentro de la idiosincrasia del mexicano,
tenemos una frase que los explica a ambos y los mantiene vivos y operantes:
“Peor es nada”. Así es, eso pensamos cuando llega alguien a darnos “atole con
el dedo” y por eso nos perpetuamos en un eterno conformismo que nos inmoviliza
en una zona de confort crónica.
Tanto el que
da el “atole”, como el que lo recibe, tienen algún interés el uno en el otro.
El primero busca que el otro siga comiendo de su mano, por lo que le da sólo
una probadita, para generar en él la esperanza de que algún día reciba más. El
segundo, que está en una posición de desventaja por depender del primero, lo
único que persigue es que no le dejen de dar su pequeña dosis de “atole”, lo
que le parece suficiente.
También hay
que considerar al que se da “atole con el dedo” a sí mismo, y ese es el peor de
los escenarios. Esta persona es la que siempre se conforma con poco, y por
ello, sus logros son mediocres, sin embargo a él le parece más que suficiente.
Como valora poco sus sueños, con cualquier mínimo resultado siente que ya lo
logró y que con eso basta. Ha olvidado los propósitos de su existencia y actúa
en consecuencia.
Esta
filosofía del conformismo tan comúnmente aceptada, es un enemigo acérrimo de la
manifestación de los sueños que deberíamos cristalizar para darle sentido a la
vida. Desafortunadamente la auto-indulgencia ha pasado a formar parte del
inconsciente colectivo, por lo que el primer paso para combatirlo, es estar
consciente de su presencia.
En el
terreno de las relaciones humanas, existe el “necesario” y el “necesitado”
quienes generan una simbiosis interdependiente, pudiendo llegar fácilmente a
extremos de sadismo y masoquismo, formando una relación enfermiza y con
perspectivas poco halagadoras para ambas partes.
Debido a que
lo similar cura lo similar, o bien, al fuego se le combate con fuego, entonces
la solución a este estado de conformarse con poco, es manipular la
idiosincrasia a nuestro favor, usando los refranes y dichos de uso común que la
reflejan en nuestro lenguaje cotidiano.
Así que, cuando
alguien te ofrezca “atole con el dedo”, no cometas el error de aquel que “ve
burro y se le antoja viaje”, y no se lo recibas. Recuerda que “Tanta culpa tiene el que mata a
la vaca, como el que le detiene la pata”, evita contribuir a perpetuar al que
te raciona y no cambies lo mucho por lo poco para que no te den “gato por
liebre”. La zona de confort dicta que “más vale malo por conocido que bueno por
conocer”, pero eso es una trampa del conformismo, no importa quien te lo dé,
nunca te contentes con poco. Si llegas a resignarte a sólo lograr un pequeño
resultado, te puede salir “más caro el caldo que las albóndigas”. Mantén tu
dirección firme en aquello que quieres y nunca cedas tu empeño porque “el que
porfía mata venado”.
¡Que tengas
un feliz fin de semana!
Muy buena reflexión!
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