Este sitio te permitirá acceder a los artículos de Rigo Vargas publicados en el periódico "El Sol de León", en la columna del mismo título

sábado, 30 de junio de 2018

El Amor más Grande de Todos - Artículo Inédito


El Amor más Grande de Todos

Siempre que se habla de amor, tendemos a imaginar cuando menos dos personas, una que ama y la otra que es amada, y que en el mejor de los casos, responde de la misma manera. El desarrollo de la capacidad del ser para amarse a sí mismo, está minimizada y es menospreciada por la mayoría, incluso se llega a creer erróneamente, que “Si nadie me ama, es porque no merezco amor, por lo tanto no puedo amarme a mí mismo”, o bien, puesto en voz de la peligrosa invocación musical popular: “Nadie me quiere, todos me odian, mejor me como un gusanito”.

La realidad es que el proceso es exactamente al revés: si no aprendo a amarme a mí mismo ANTES que a nadie, es imposible que yo pueda amar a alguien más, porque sabemos de sobra que no podemos dar lo que no tenemos. Y más aún, si no podemos darlo, TAMPOCO podemos recibirlo, por lo que quedamos atrapados en un círculo vicioso que sólo puede romperse con conocimiento y entendimiento.

Se nos ha programado erróneamente que el acto de amar, es una respuesta sentimental a un estímulo externo, siempre condicionando lo que sentimos, a lo que nos “sucede” en el entorno. También se nos ha inculcado que nunca hay que hablar bien de nosotros mismos frente a los demás, por considerarse una manifestación de altanería y falsa superioridad, que debemos reprimir a toda costa, manifestando “humildad”, y siempre, anteponiendo al prójimo.

 Si en las mañanas te paras frente al espejo y no te gusta lo que ves, estás ante uno de los síntomas más acusados de desamor. Lo  primero que tienes que comprender es que ése que ves en el espejo, no eres tú realmente, es sólo el reflejo de tu templo temporal al que llamas “cuerpo”. Tú eres el observador que está detrás de tus ojos y de tus pensamientos. Esto no quiere decir que si algo de tu templo no te gusta no lo puedas cambiar, sólo que lo harás por amor y no como requisito para poder amarlo.

¿Qué tienes que hacer para amarte? Es muy simple, trátate a ti mismo como si fueras tu mejor amigo. Cuando estés frente al espejo, pregúntale a tu imagen: “¿Qué puedo hacer hoy para hacerte feliz?” La respuesta llegará indefectiblemente, y podrás actuar en consecuencia.

Sin embargo, el principal obstáculo lo tenemos ante la típica costumbre de nunca desear lo mismo que se ama, y por ende, nunca amar lo mismo que se desea. Esto que se origina en nuestra psique, tiene como directrices, amar lo familiar y desear lo diferente. Incluso puede llegar a ocurrir que el deseo de lo diferente sea tan grande, que orille a destruir a lo que se ama, para que no estorbe el camino hacia lo que se desea. Desear lo diferente, ocurre en cualquier área de la vida, y desafortunadamente, es parte de la naturaleza humana.

Por ejemplo, cuando vas en tu auto y ves pasar uno mejor que el tuyo, inmediatamente lo deseas, porque es diferente, sin embargo, te sientes encariñado al tuyo argumentándote que ya conoces “de que pata cojea” y “más vale malo por conocido que bueno por conocer”. Lo mismo pasa con tu casa, con tu pareja, con tu cuerpo y con todo aquello que conceptúas como “tuyo”.

En el otro extremo de esta polaridad, ese impulso también es usado por el ego en contra de nosotros mismos, cuando sobrepone el amor a lo familiar o conocido y evita el deseo por lo diferente, manteniéndonos en nuestra zona de confort, sin crecimiento y sin aspiraciones, llevándonos a vivir una vida rutinaria y conformista, sin crecimiento personal.

Creer que el amor es algo que “sucede” y que de pronto llegó Cupido y me flechó, es limitar mi capacidad de elegir a quién o a qué amar, y renunciar a mi derecho divino de amar a quien yo decida, o lo que yo decida amar. Finalmente, el amor es, en este sentido,  una decisión.

Al darte cuenta de que el amor depende de ti y no de alguien más, entonces ¿por qué te empeñas en amar lo que no te conviene y en despreciar lo que sí? Tal vez la respuesta está en el condicionamiento a creer que la vida es “un valle de lágrimas” o que hay que sufrir para merecer. Nada más errado y nocivo.

Si decides amarte a ti mismo a partir de ahora, implica un compromiso tan serio como en cualquier otra relación de amor. Hay que mantenerlo vivo y en crecimiento continuo, buscando siempre lo mejor de lo mejor para ti, sin escatimar esfuerzos. Porque finalmente, tú mereces todo lo bueno que la vida te ofrece sin importar que los demás piensen que es sólo egoísmo lo que te mueve.

A manera de conclusión, te comparto un fragmento de la hermosa canción de Whitney Houston, “El amor más grande de todos” (The Greatest Love of All)

“Decidí hace mucho tiempo, nunca caminar a la sombra de nadie,

Si fracaso, si tengo éxito,

Al menos viviré como yo creo

No importa lo que me puedan quitar

mi dignidad, nunca me la podrán arrebatar

Porque el amor más grande de todos

Me está ocurriendo a mí

Yo he encontrado el amor más grande de todos

Dentro de mí

El amor más grande de todos

Es fácil de alcanzar

Aprender a amarte a ti mismo

Es el amor más grande de todos”