Este sitio te permitirá acceder a los artículos de Rigo Vargas publicados en el periódico "El Sol de León", en la columna del mismo título

domingo, 29 de enero de 2012

El lado oscuro de la compasión - publicado el 29 de enero de 2012

El lado oscuro de la compasión

Imagina que eres un actor principiante que está haciendo sus “pininos” en el mundo del teatro. Aunque tienes talento, aún te falta desarrollarlo y vives con tu pareja, que siempre ha prestado su hombro en el cual llorar, por todos los rechazos que has sufrido en tu nueva carrera. A primera vista, tu futuro parecería prometedor, pero si lo ves más de cerca encuentras que tu destino está muy lejos de ser como parece.
Siempre que te han rechazado de una audición, te frustras y te vas a desahogar con tu comprensiva pareja que te dice “Pobre de ti. No te preocupes mi amor, lo que ocurre es que eres un actor tan grande, que no saben apreciar tu arte. De seguro le dan los papeles sólo a los que son amigos de los productores. Ya olvídalo, descansa y relájate” Y así, terminas restándole atención a tu propósito y a dejarte “chiquear”. Al final, acabas desistiendo, cómodamente relajado en sus brazos, con tu objetivo olvidado.

Este es un clásico cuadro del “Compasivo Compulsivo” (CC) que con sus actos tiende a hacer más lento tu avance y  hacer que cada piedra en el camino, sea un pretexto para extenderte su compasión, a la cual se vuelve adicto y corres el riesgo de habituarte a ella tú también. Es muy común que el CC caiga en la condescendencia y la conmiseración con tal de poder compadecer a alguien a su alcance. Su comportamiento se origina en el miedo obsesivo de herir a los demás. Siempre necesita ser condescendiente porque tiene un gran temor de sentirse culpable.
Suele ser extremadamente común que cuando alguien fracasa y no se levanta, tenga a una pareja CC a su lado que le proporcionará un sinfín de justificaciones. Finalmente, parecería que su misión es reforzar la existencia de sus problemas, en lugar de ayudarle a solucionarlos. Este comportamiento puede parecer inofensivo y hasta agradable, pero su efecto es fomentar el desaliento, conformándose con no salir de la “zona de confort”

El CC tiene tal poder de dulce convencimiento, que a veces hasta el más obstinado soñador puede sucumbir a ese “melodioso canto de sirena”. Le encanta compadecer a otros, fomentando su estado de caídos, en lugar de ayudarlos a superarlo. Es el caso de la persona que siempre les da dinero a los pordioseros, en lugar de ofrecerles algún pequeño trabajo a cambio de dinero para impulsarlos a salir de ese estado.
Por su misma naturaleza, el CC es muy fácil de convencer, lo que lo hace un blanco perfecto para los estafadores. También tiende a atraer parejas escoria, a las que le es imposible dejar, por no herir sus sentimientos. Es el cuadro típico de la esposa dócilmente abnegada.

Como padres, los CC tienden a sobre-proteger a sus hijos, haciéndolos inútiles y atenidos, recompensándolos por sus debilidades, en lugar de fomentar su fuerza, lo que eventualmente dará como resultado a una persona insufrible y caprichosa, que carece del empuje necesario para sobreponerse a las dificultades.
En más de una ocasión, todos hemos entrado en ese estado, primordialmente porque no teníamos conciencia de que en lugar de ayudar a alguien, lo estábamos perjudicando. Es menester que lo evitemos a toda costa  en sus dos polaridades: ni ser el tipo Compasivo Compulsivo adicto a la condescendencia, ni la débil víctima que no puede sobreponerse a un revés sin que lo compadezcan.

No hay que confundir esto con las ocasiones donde evidentemente la persona en desgracia requiere  ayuda sin mayor trámite, como es el caso de un ancianito que a duras penas puede moverse,  un niño que tiene hambre, una persona en peligro o  una catástrofe, tampoco se puede ser inmune a las necesidades de los otros y es nuestro deber apoyar.
Pero en la mayoría de los casos, si de verdad quieres ayudar a un hombre caído, no le tires una cobija. Ayúdalo a ponerse de pie, y enséñale como obtener lo que necesita honradamente, porque de otro modo, sólo perpetúas su estado de caído.  

¡Que tengas un excelente fin de semana!

domingo, 22 de enero de 2012

Los Centinelas Invisibles - publicado el 22 de Enero de 2012

Los centinelas invisibles
Cada vez que tratamos de comenzar alguna nueva actividad que va a tener un impacto favorable en nuestra vida, aparecen unos obstáculos, que dan la impresión de tener como misión, disuadirnos de llevar a cabo aquello que queremos realizar. Estas curiosas formas energéticas parecen tener inteligencia propia y funcionan a la par de los robadores de sueños, a los que ya me había referido en un artículo anterior.
Se les ha llamado de muchas formas, entre otras, “dragones”, “esfinges”, “contra-intenciones”, etc. Yo prefiero referirme a ellas como “centinelas invisibles”, por que parecería que están siempre al acecho, tratando de salirnos al paso, en cuanto nos avocamos a lograr nuestros sueños. Y aunque son invisibles sus efectos son tan evidentes, que es imposible dejar de notarlos.

Estos centinelas se presentan de tres formas posibles: La trampa de la espera, la trampa de la justificación, y la trampa de la víctima de las circunstancias. Las dos primeras, provienen evidentemente de nuestra propia elección, y pueden clasificarse como pretextos, sin embargo la tercera, parece ser un obstáculo que se nos “presenta” en el momento justo para disuadirnos de actuar. Veámoslas ahora en detalle:
La trampa de la espera: Cuando quiero obtener algo o hacer algo, y he tratado por todos los medios a mi alcance para realizarlo y no se presenta, el primer riesgo es que me desespere y lo abandone. La voz del ego me sugiere que aquello va a tardar demasiado en lograrse y que mejor sería no perder más mi tiempo en una búsqueda infructuosa, y trata desviar mi atención hacia otro objetivo diferente. Aquí la clave es tener paciencia y terquedad. No abandonar mi objetivo y perseguirlo sin tregua.

La trampa de la justificación: Esta se presenta cuando me convenzo de tener tantas actividades tan importantes que abarcan toda mi agenda, que realmente no puedo distraerme buscando aquello que quiero lograr. Sé que lo quiero, pero “tengo tantas cosas que hacer, que no me queda tiempo”. Este auto-boicot, está ligado al anterior, cuando me justifico de abandonar un sueño, “porque de todos modos se iba a llevar demasiado tiempo lograrlo”. Para evitar esta trampa, debo evitar la auto-complacencia y seguir con paso firme hacia mi objetivo.
La trampa de la víctima de las circunstancias: Si los centinelas invisibles aún no han logrado disuadirte del empeño en lograr tu objetivo, por medio de la desesperación o de la justificación, todavía tienen un as bajo la manga del cual echar mano en cualquier momento. Esta trampa opera con “sucesos inesperados” o “accidentes” que aparentemente te impiden lograr aquello que quieres.

Esta parece ser la más enigmática de las tres, porque aparenta ocurrir al azar y de forma externa a mí. Es la enfermedad repentina e inesperada, el evento inaplazable que coincide justamente con el momento en el que tendrías que estar en otro lugar, el amigo que te pide un favor al que no puedes negarte, el auto que se descompone, y en general, todo aquello que en apariencia “te impide” hacer o lograr tu objetivo.
No obstante, no es ese centinela el que te frena, eres tú quien decide frenarte ante él, porque muchos otros han conseguido seguir adelante, aun a pesar de que parecía que el mundo entero estaba en su contra. La mayoría de los grandes logros en la historia de la humanidad, fueron posibles gracias a que alguien no cayó en la trampa de este centinela invisible, y siguió adelante, tal y como los salmones nadan contra la corriente hasta que logran llegar al sitio donde pueden desovar adecuadamente.

Lo más importante de esta trampa, es que nos lleva a creer que somos impotentes ante las circunstancias externas, cuando de algún modo, esas circunstancias fueron “sintonizadas” por nosotros mismos y más aún cuando estamos en pos de lograr aquello que anhelamos. Es una forma de proyectar un auto-boicot energético que termina materializándose en forma de obstáculo en nuestro entorno, al que le conferimos el poder de frenarnos.
Esta es una trampa activa, a diferencia de la trampa de la espera que es absolutamente pasiva. Sin embargo, como dice un sabio refrán brasileño “Aunque el diablo se esconda, se le asoma el rabo”. Son los efectos de esos centinelas, los que los ponen al descubierto ante nuestros ojos.

Pero al igual que los robadores de sueños, la presencia de estos tres centinelas, es una evidencia de que aquello que queremos lograr, vale la pena. Nunca abandones la búsqueda de aquello que quieres, bajo ninguna circunstancia. Después de todo, eso es lo que hace la vida más interesante.
¡Que tengas un excelente fin de semana!

domingo, 15 de enero de 2012

Cuando los refranes se convierten en decretos - publicado el 15 de enero de 2012

Cuando los refranes se convierten en decretos

En nuestro lenguaje tan florido, abundan esas sentencias de uso común que llamamos refranes o dichos populares. Son omnipresentes en todas las conversaciones informales y tienen tanto poder y arraigo en el inconsciente colectivo, que son capaces de ponerle fin a una discusión sin dejar derecho a réplica.
Sin embargo, como ya lo habíamos tratado antes, las palabras tienen mucho poder sobre nuestra realidad y son capaces de ponernos en sintonía vibratoria con aquello que pronunciamos frecuentemente, y más aún, si aquello va cargado de emociones intensas. Como es el caso de los refranes que casi siempre, tienen ecos en la realidad, cuando son pronunciados con tal solemnidad y certeza como si de una frase lapidaria se tratara.

En días pasados, me encontré con una amiga que tenía algún tiempo sin ver.  A ella siempre la ha caracterizado un estado emocional tan bajo y crónico, que le ha impedido durar en sus relaciones de pareja. Cuando le pregunté al respecto, la contestación que me dio, reveló su sentir en esa parte, me dijo “…sigo sola, porque más vale sola que mal acompañada”.  Entendí que en su subconsciente sólo había dos opciones: o estaba sola, o estaba mal acompañada, siempre tendiendo a lo que “más vale”. Y todo esto salió de la mano de un refrán.
Fue en ese instante cuando me quedó claro que la repetición de ese decreto generaba en ella, la realidad que tanto condenaba. Le comenté “¿Qué pasaría si cambias tu frase de “más vale sola, que mal acompañada” por “más vale bien acompañada que sólo acompañada”?  Así cuando menos nunca vas a estar sola y tu compañía siempre tenderá a ser buena”. A ella le encantó la idea.

Aunque los refranes encierran sabiduría popular, repetirlos cómo fórmulas pueden traer consecuencias no deseadas a nuestras vidas. Por eso es muy importante razonar lo que vamos a decir antes de hacerlo. No digo que todos los refranes sean perjudiciales, solamente propongo analizar si la repetición de tal o cual “dicho” me ayuda a ser mejor persona, o en caso contrario, me inmoviliza y me sirve de pretexto para no avanzar.
Analicemos ahora algunos ejemplos:

“El que quiere azul celeste, que le cueste” – El mensaje es que la vida es difícil y para llegar a obtener algo hay que pagar un precio, aunque nos incomode hacerlo. Eso no es necesariamente cierto: la búsqueda de nuestros sueños es una recompensa en sí misma y no debe representar una cuota por pagar, sino un privilegio de vivir.
“Más vale pájaro en mano que ciento volando” – He aquí una manifestación del ego que tiende a querer poseer cualquier cosa aunque sea poco. Esto es: más vale tener algo que no tener nada. Las posesiones materiales deben ser consecuencia y no causa, nunca deben definir el comportamiento. Los apegos nunca dejan nada bueno.

“Genio y figura hasta la sepultura” – Este es uno de los pretextos más grandes para no superarse uno mismo, o para justificar a otros su incapacidad para cambiar. La  vida es dinámica, no estática, nunca permanece igual, de nosotros depende ser mejores cada día, en todos aspectos. Este pertenece a los refranes “inmovilizadores” que tienden a perpetuar un estado sin posibilidades de cambiarlo. Tal es el caso de “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, o “El que nace para maceta, del corredor no pasa”.
“Ojos que no ven, corazón que no siente” - ¿Será cierto? Bajo esa premisa ¿un ciego no sentiría? No es necesario que los ojos vean, basta con que el corazón se entere, por el medio que sea, para que el corazón sienta.

“Música pagada toca mal son” – Aquí caemos de lleno en las llamadas “profecías auto cumplidas”, tenemos tan arraigadas esas creencias que sólo estamos esperando que las condiciones se perfilen para darles sustento, cuando posiblemente sea esa expectativa la que las genera. También es el caso de “De tal palo, tal astilla” o bien, “Hijo de tigre, pintito”.
“Cuando la miseria entra por la puerta, el amor sale por la ventana” –  ¿Qué no se supone que cuando llegan los malos tiempos es cuando más debe prevalecer el amor? Ese refrán es una condena al desamor y a la dependencia del dinero para que el amor subsista.

Sin embargo existen también los que son positivos y nos transmiten enseñanzas y palabras de aliento que nos ayudan a elevar nuestra conciencia y a ser mejores personas. Por ejemplo: “Agua que no has de beber, déjala correr” – excelente receta contra los apegos;  “Barriga llena, corazón contento” – la mejor fórmula contra la depresión; “El que es buen gallo, dondequiera canta” – siempre sé la mejor versión de ti, en cualquier circunstancia; “A palabras necias, oídos sordos”; “El que se enoja pierde” -  etc. etc.

Siempre cuida tus palabras, porque ellas forman tu realidad, de ti depende que sea un paraíso o un infierno, después de todo “El pez por su boca muere”.

¡Qué tengas un excelente fin de semana!

domingo, 8 de enero de 2012

Los Robadores de Sueños - publicado el 8 de enero de 2012

Los robadores de sueños

¿Cuántas veces te ha pasado que al querer iniciar algún camino diferente en tu vida, nunca falta alguien que te desanime? Ya sea que tu propósito sea abrir un nuevo negocio, entrar a estudiar cualquier arte o ciencia, atreverte a invitar a salir a esa persona que tanto te gusta o simplemente arriesgarte a comportarte de forma diferente a lo que los demás esperan de ti, siempre habrá una voz que se alzará en tu contra, tratando de convencerte que ni siquiera lo intentes, alegando que es por tu propio bien.
Esa oposición, que suele provenir de la gente más cercana a nuestro alrededor, es efecto de una antigua ley que incluso aparece en el ámbito de la física, y que fue descubierta por Isaac Newton. Es la “ley de acción y reacción” que postula lo siguiente: “Con toda acción, ocurre siempre una reacción de igual fuerza, pero en sentido contrario a ésta”. Esto trae como consecuencia que mientras más hablas de tus planes y proyectos, más intensamente tendrás oposición por parte de los robadores de sueños que te rodean.

Curiosamente, mientras los frutos de tu plan sean más intangibles y no impliquen remuneración económica, la oposición es aún mayor. Por ejemplo: no es lo mismo que platiques que te gustaría abrir una tintorería, porque es algo que desde niño te ha llamado la atención, a que comentes que tienes interés en unirte a un grupo que practica meditación semanal. Siempre tendrás más reacciones a la segunda que a la primera, por extraño que parezca.
También los proyectos a largo plazo suelen tener una oposición muy fuerte. Cuando les comenté a mis amigos la idea que tenía de escribir un libro, hubo uno que me dijo textualmente: “Ya déjate de tonterías y mejor ponte a trabajar. No sé por qué te la pasas pensando en cosas que no te dejan dinero y te quitan tiempo para ganarlo. Ya pon los pies sobre la tierra”. En ese instante supe que iba por buen camino.

Paradójicamente, este tipo de reacción es buena señal, quiere decir que nuestros pasos van bien encaminados hacia el objetivo que nos hemos propuesto. Cuando no hay oposición, se debe a que la intención no tiene la suficiente fuerza como para generarla y por lo tanto no es significativa, ni en impulso ni en los posibles resultados.
Si entiendes que la función de los robadores de sueños es dedicarse a desanimarte, tienes que considerar la etimología de la palabra “desanimar”: se compone de dos partes “des”, que es negación y “anima” que se refiere al alma, a la vida. Esto es, des-animar equivale a negar los impulsos de tu alma, a robártelos utilizando argumentos que parecen razonables, y que si son aceptados por ti, habrás permitido que gane la fuerza opositora natural, en lugar de la de tu ser interior.

El robador de sueños, en la mayoría de los casos, creerá que está actuando en pro de la persona, y sin malas intenciones, sin darse cuenta que sólo es un artífice de fuerzas naturales que posiblemente no se había dado cuenta que existen y que lo motivan a actuar de esa forma. Incluso, cuando consiguen que alguien desista de sus sueños, decretan orgullosos: “Lo hice entrar en razón”. Lo único que ocurre, es que se vuelven la voz del ego, que logra contaminar al ego del otro, por resonancia. Me pregunto qué pasaría si la frase fuera cambiada por “Lo hice entrar en corazón”. En lugar de fuerza opositora, se convertiría indudablemente en impulsora.
Conociendo esto, debemos sentirnos agradecidos por la existencia de estos personajes, porque finalmente son evidencia de que lo que nos proponemos llevar a cabo, será indudablemente benéfico para nosotros y para los que nos rodean, y en última instancia, para el mundo. Nunca hay que menospreciar un sueño.

De ahora en adelante, cuando tengas la intención de hacer algo cuyo deseo viene de tu interior, hónralo, porque es tu alma encaminándote a cristalizar los propósitos de tu existencia y mientras lo concretas, sólo compártelo con aquellas personas que sabes que no te robarán tus sueños y que además te alentarán a realizarlos. Evita a toda costa convertirte tú también en uno de ellos, por muy bien intencionado que creas estar. Sé la fuerza que impulsa, no la que detiene. Si aun así aparece un robador de sueños, agradécele y perdónalo porque sólo está enseñándote que tus pasos van en dirección correcta.
¡Que tengas un feliz fin de semana!

domingo, 1 de enero de 2012

¿Cómo quieres que sea tu 2012? - publicado el 1 de enero de 2012

¿Cómo quieres que sea tu 2012?

Existe una máxima espiritual que rige el mundo material, y por tanto, tu realidad inmediata. Dice lo siguiente: “Cada quien vive en el universo que es capaz de imaginar”.  Esto quiere decir que tus pensamientos generan tu realidad. Lo que piensas hoy sobre ti mismo, será lo que vivas después, o bien, lo que eres hoy, es resultado de tus pensamientos anteriores.
Los pensamientos tienen un cuerpo sutil, que tiene algunas características interesantes. Una de ellas es que cada pensamiento al que se le está dando vueltas de manera constante, se convierte en un emisor de frecuencias que, como si de una transmisora de radio se tratara, encuentra otras que tienen la misma vibración y se le adhieren. Es el llamado efecto “bola de nieve”. Esto quiere decir que un pensamiento positivo, atrae a otros iguales, por medio de resonancia. Desafortunadamente esto también aplica para los pensamientos negativos.

Otra característica es que los pensamientos, cuando se comunican, se convierten en ideas, y las ideas tienden a comportarse de la misma forma que se comporta un virus. Al igual que aquellos, las ideas se contagian, y una vez instaladas, se auto-reproducen y tienen la capacidad de propagarse a otros receptores que estén en condiciones aptas para recibirlas. Esto es idóneo cuando quieres sembrar una idea que ayude, pero también funcionará de la misma manera para una idea que perjudica.
Hemos llegado finalmente al año que tanta expectativa ha causado, precisamente por toda la información negativa que hemos permitido que nos contagie a nivel masivo. Un claro ejemplo es la película “2012” que fue filmada hace tres años, donde todo son catástrofes, muertes, maremotos, y toda clase de fuerzas destructivas que borran de la faz de la tierra a los seres humanos, sobreviviendo sólo aquellos que contaban con amplios recursos económicos para escapar al subsuelo en bunkers preparados para tal efecto.

Aproximadamente un año después de su estreno, la película fue distribuida en formato de DVD y así alcanzó a muchos más, que en su momento no la vieron en las salas de cine. Por esas fechas me enteré de una tragedia local causada por todo ese show apocalíptico: Un niño de aproximadamente doce años, después de haber visto la película en su casa, llegó a creer que no soportaría ver que eso le pasara a él y a sus padres, por lo que optó por quitarse la vida, dejando una carta póstuma donde así lo explicó.
Episodios como ése, demuestran que las ideas tienen poder incluso sobre la vida y la muerte. Sin embargo las intenciones de mostrarnos un horizonte sin escapatoria, posiblemente sólo sean meter más dinero a las arcas de los productores y los estudios de cine involucrados, sin tomar en cuenta el daño que causan al inconsciente colectivo. Pero no ha sido sólo una película, ciertos canales de televisión por cable, que cuentan con una  alta reputación y rating tienen dos años insistiendo en la misma idea. Curiosamente a últimas fechas, se han dedicado a desmentir toda esa información, tal vez porque se hicieron conscientes del efecto negativo que estaban causando en los espectadores.

Internet está plagado de información sobre el 2012, que puede ser interpretada de muchas formas, y que en su gran mayoría revela que el sentir general de los internautas es de temor y zozobra por lo que habrá de venir, siempre apoyados en las profecías mayas y algunas otras que convergen con ellas, teniendo todas como foco de atención el 21 de diciembre de 2012.
Pero ¿Vale la pena vivir preocupados por un futuro incierto?, ¿Qué tan sano es perdernos el momento presente, si es lo único seguro que tenemos?, ¿Realmente las profecías hablaban de un fin del mundo? ¿O tal vez sólo de una oportunidad de cambio positivo para la humanidad? Si nosotros como raza tenemos la responsabilidad de crear un mundo venidero mejor que éste, hagámoslo comenzando por nuestros propios pensamientos. Dediquémonos a “contagiar” de pensamientos positivos a todos los que los quieran recibir, para que, llegado el momento, cosechemos el mejor de los años que hemos tenido como raza humana.

¿Qué tal si en lugar de proyectar catástrofes en 2012, nos dedicamos a visualizarnos en enero del 2013, con todos nuestros sueños ya cumplidos? La decisión es nuestra.
¡Feliz y próspero 2012!