Este sitio te permitirá acceder a los artículos de Rigo Vargas publicados en el periódico "El Sol de León", en la columna del mismo título

miércoles, 14 de junio de 2023

 La Amistad Virtual sin Virtud

Con cuanta frecuencia, tus padres, tus parejas, tus maestros te han aconsejado que “a tus amigos debes escogerlos, que sean gente buena y triunfadora, porque si te juntas con perdedores, te puedes convertir en uno de ellos”. Esa idea, como concepto abstracto está muy bien intencionada, pero tiene pocas probabilidades de aplicación en la vida cotidiana.

Un amigo no se puede escoger, ni se puede forzar, ni se puede generar a voluntad. Imagina tu reacción si alguien se te acercara en la calle y te dijera que quiere ser tu amigo porque te admira. Lo que sí tenemos a nuestro alcance, es alejarnos de amigos con los que la relación ya dejó de tener afinidades y lugares comunes, así como cuando ya nada se puede aportar ni recibir.

A ese respecto, las redes sociales juegan un papel protagónico al tildar de “amigo” a una persona que probablemente ni siquiera conocemos y que, si nos lo cruzamos en la calle, no recibamos ni un saludo de cortesía. En ese sentido, el adjetivo de “amigo”, se convierte en un eufemismo para referirnos a un conocido o a un referenciado de alguien más, y eso es todo.

Los espacios virtuales, dan pie a que se le dé más importancia a la cantidad que a la calidad. Se busca entonces, tener la mayor cantidad posible de “amigos”, haciendo eco de la estrofa de Roberto Carlos que reza: “Yo quiero tener un millón de amigos, y así más fuerte poder cantar”.

Lo que nos lleva a entablar una amistad, es algo que los occidentales tenemos muy desvalorizado: la casualidad. Ésta es tan importante, que, si te pones a ver tu vida en retrospectiva, te vas a dar cuenta que las decisiones que han sido parteaguas en tu historia personal se han debido a la casualidad. Por ejemplo ¿por qué estás con tu pareja actual y no con otra?, ¿por qué estudiaste lo que estudiaste? Y ¿por qué tienes los amigos que tienes y no otros? Viene a colación la genial frase de John Lennon: “La vida es todo aquello que te ocurre, mientras te la pasas haciendo planes muy diferentes”.

La casualidad genera convergencia, y eso es lo que entrama que una persona se convierta en amigo de otra. No obstante, la conservación de la amistad sí depende directamente de nuestra interacción con los amigos. Es la planta que, si no la riegas y le das mantenimiento, se marchita.

En un meme que circula por internet, se lee: “En la vida es importante tener amigos que sean a la vez espejo y sombra. El espejo nunca miente, y la sombra nunca se aleja”. Aunque el amigo no siempre puede estar físicamente, su presencia se deja sentir y se sabe que contamos con él en cualquier circunstancia adversa.

A manera de auto-cita, en mi artículo “La Amistad Conveniente”, expuse lo que creo que mantiene la cohesión de una amistad, por lo que te lo comparto a continuación:

“Dicho de otra forma, la amistad se trata de dar sin esperar recibir, y recibir sin tener que dar nada a cambio. Pero el intercambio subsiste, aunque no sea el objetivo principal de esa relación y en la medida que continúe, la amistad sigue. En el momento que ya no puedo aportar nada ni recibir, el amigo sigue existiendo, pero cada vez más alejado, a veces en tiempo, a veces en espacio y al final en ambos. De este modo, la convergencia se transforma eventualmente en divergencia.

Es maravilloso darte cuenta de que un amigo “es aquél que te quiere a pesar de que te conoce”. Te acepta sin tratar de cambiarte, pero no es indiferente a tus defectos. La afinidad se impone y genera esos lazos que hacen que una amistad se solidifique con el paso del tiempo.

Un amigo es un aliado, un cómplice, un confesor y un consejero, todo a la vez. Aunque es cierto que los amigos verdaderos se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos, es precisamente esa particularidad la que los hace tan valiosos, por eso es tan importante cultivarlos y conservarlos. En última instancia, ellos forman parte de lo que llamamos capital social.”

Si consideramos todas estas aristas, resulta muy difícil poder llamar “amigo” a alguien que no tiene otro mérito, que aparecer en mi lista de contactos. En última instancia, la amistad, en nuestros días, se ha convertido en Virtual, en lugar de ser Virtuosa, y todo ocurre en el mundo de las apariencias y los espejismos sociales, que no nos permiten observar más allá de lo que vemos a simple vista.

Es menester cultivar a los amigos que te hacen crecer y alejarse de los que te hunden cada vez que los frecuentas. Si quieres ampliar tu círculo de amigos, lo que hay que hacer es algo muy simple: haz lo que tengas que hacer en tu día a día, desarrolla tu empatía y tu espíritu de servicio y siempre sonríe a los que se crucen contigo. Por afinidad vibratoria, los amigos irán llegando a ti cuando menos lo esperes.