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domingo, 6 de mayo de 2012

Soy invulnerable - publicado el 6 de mayo de 2012


Soy Invulnerable
“Soy invulnerable porque sé ayunar, se esperar y sé olvidar”
                                                                       Epícteto

Esta frase que corona nuestra columna el día de hoy, es una de las más poderosas que he escuchado jamás, tanto, que creo que merece un análisis a fondo para lograr entenderla e incorporarla como filosofía de vida.
Lo primero que vale la pena averiguar es quién la dijo y en qué contexto lo hizo. Epícteto era un esclavo durante el imperio romano. Eventualmente se convirtió en filósofo de la escuela estoica y maestro en su época, legándonos una cantidad importante de pensamientos y reflexiones recogidos por su discípulo Flavio Arriano, quien fue un reconocido historiador de ese periodo.

¿Qué es lo que hacía invulnerable al buen Epícteto como para proclamarlo en semejante decreto? Primero: “Sé ayunar”. Existen dos formas de ayuno, la voluntaria y la impuesta. En su caso, es evidente que se refería a la segunda. El imperio romano era tremendamente cruel con los esclavos, les daba muy poca comida para debilitar sus fuerzas y su voluntad  evitando así cualquier intento de sublevación.
La enseñanza que podemos recoger de esta parte, es que aunque las circunstancias del entorno sean tan adversas, que no podamos atender las necesidades del cuerpo como nos gustaría hacerlo, tenemos que aprender a no ser controlado por ellas, sino que seamos nosotros los que decidimos hacerlo. “No como bien, no porque no me das comida, sino porque ante la escasez de comida yo decido no comer, por lo tanto, pierdes tu poder sobre mí”. Me vuelvo poderoso al convertir un aparente “castigo” en una decisión propia. En lugar de resistirme y pelear con una circunstancia externa inevitable que me impone hacer o dejar de hacer cualquier cosa, la dejo fluir y la abrazo como idea propia.

En segundo lugar tenemos: “Sé esperar”. Es la trampa de la espera de la que ya habíamos hablado en el artículo “Los guardianes invisibles”. Cuando deseas algo, y las circunstancias parecen ser poco favorables para que se realice, la tendencia es  abandonar y  enfocar la atención en otra cosa. “El que espera, desespera”, dice un refrán. El ego nos dicta que aquello que queremos lo tenemos que tener aquí y ahora, y si no es así, nuestra atención es inmediatamente captada por algo nuevo que nos parece más interesante que lo anterior, obteniendo como resultado que no lleguemos a concretar casi nada.
Aprender a esperar es enfocar tu deseo y tener la certeza que de un modo u otro aquello que anhelas te va a llegar, siempre y cuando pongas tu parte en la realización. Tal como nos dice Paulo Coelho en el libro “El alquimista”: “Cuando realmente deseas algo, el universo conspira para que lo obtengas”. Es como si plantaras una semilla de un árbol y te desesperaras porque a la semana no ves resultados. A la vida le toma tiempo generar aquello que has propiciado, pero si sabes esperar, los resultados te harán saborear las mieles de la victoria.

En tercer lugar tenemos “Sé olvidar”. Ésta es, sin la menor duda, la más poderosa de las tres. Es muy distinto olvidar por decisión que olvidar por efecto. Es aprender a no regirnos por eventos pasados, que aunque en su momento nos hayan provocado un gran dolor, ya no están en el presente y no tiene caso seguirlos cargando a cuestas.
Si tenemos el poder de olvidar, también tenemos el poder de recordar, entonces nos queda la responsabilidad de construir nuestros pensamientos recurrentes sólo con las cosas que nos han servido y hemos disfrutado. Los eventos del pasado que no nos gustan tenemos que aprender a eliminarlos de nuestro pensamiento para lograr aprovechar la lección que nos han dejado. Es desechar la experiencia y quedarnos con la enseñanza. Es aprender a perdonar y perdonarnos, porque el perdón trae la paz que facilita el olvido.

Si logras incorporar estos tres grandes poderes que nos heredó aquel antiguo esclavo y filósofo romano a tu propia vida, te convertirás en un ser poderoso y sobre todo invulnerable.
¡Que tengas un extraordinario fin de semana!

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