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domingo, 25 de septiembre de 2011

El Poder de la Palabra Hablada - publicado el 25 de Septiembre de 2011

El Poder de la palabra hablada.
“Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla”  - Sigmund Freud
Si vas caminando por la calle y te topas con alguien conocido que tienes algún tiempo de no ver, siempre te hace las mismas preguntas: “¿Cómo estás?”, “¿Cómo te ha ido?”.  La respuesta que das, tiene mucha repercusión en tu calidad de vida. Es muy común que creas que te están preguntando por tu estabilidad financiera y la contestación tiende a ser ambigua. Si contestas que te ha ido muy bien, sientes que no estás a “tono” con la “situación” del país o del interlocutor, que en la mayoría de los casos, tiene preparada una larga lista de quejas que externarte en cuanto le devuelvas la pregunta. Por otro lado, si tu respuesta es con un desganado “Pues de todo un poco”, estás dando pie a hablar de lo bueno y lo malo que te ha pasado, y por naturaleza humana, harás énfasis en lo negativo. En cambio si contestas “Muy mal, ya ves cómo está la situación”, una sonrisa de complicidad se dibuja en el otro y te empieza a contar lo propio. Lo que no te das cuenta, es que con este hecho, (“solidarizarte” energéticamente) acabas de hacer un decreto muy poderoso en contra de ti mismo incrementado por la vibración baja de la otra persona.
Las palabras son tan importantes, que en todas las religiones se narra la creación del mundo con Dios hablando para que cada elemento se materializara: “Entonces Dios dijo: "Hágase la luz". Y la luz se hizo.”
La palabra es la primera expresión de un pensamiento en el mundo físico. Los pensamientos son energía, que al ser manifestados por el habla, impregnan el universo con ondas vibratorias que tienden a buscar otras ondas de frecuencia semejante. Precisamente a eso se le llama “Ley de Atracción”. Hay gente que se la pasa todo el tiempo quejándose de sus circunstancias, generando así un círculo vicioso donde recibirá aún más razones para seguirse lamentando. Lo que das, recibes.
El otro día me tocó escuchar un fragmento de conversación entre dos señoras de la tercera edad. Parecía una competencia a ver quién tenía más enfermedades, porque no acababa una de enlistar todo lo que le aquejaba, cuando la otra la interrumpía contestándole “Eso no es nada, lo que me detectaron a mí, eso sí que es malo…” Me imagino la cara de ambas cuando se despidieron y sobre todo los achaques que tuvieron después.
El proceso de materialización de tu entorno no es instantáneo, le lleva un tiempo en manifestarse, pero es un hecho que tus actos son consecuencia de tus palabras, así como tus palabras son consecuencia de tus pensamientos.
Vigila tus palabras y te darás cuenta que en muchas ocasiones te la pasas decretando en tu contra, por ejemplo, “No la soporto, me da en el hígado cada que llega”, “Mi jefe es un verdadero dolor de cabeza”, “No quiero volver a verla nunca”, etc. Si analizas esas frases de uso cotidiano, estás decretando que a una persona le diste el poder de afectar la salud de tu hígado, en el segundo caso, tu jefe controla si te duele o no la cabeza y en el tercer caso estás renegando de tu vista. Y te comparto algo muy importante: las células de tu cuerpo escuchan atentamente tus pedidos (no distinguen si lo que dices es en sentido figurado), más aún si éstos van cargados emocionalmente.
Existe otra característica muy interesante de las palabras pronunciadas con carga emocional: es lo que se llama “efecto boomerang”, esto es, cualquier bendición o maldición que tu boca pronuncie SIEMPRE regresará a ti amplificada, porque en el camino de ida y vuelta entre el emisor y el receptor, a esa vibración se le van adhiriendo otras de la misma frecuencia, formando un resultado de “bola de nieve” que sin duda, regresa a su lugar de origen aumentada y  reforzada.
Cuando las palabras son pronunciadas sin intención, ni carga emocional, entonces la energía que las compone se disuelve rápidamente sin efectos positivos ni negativos. Se convierten en palabras inocuas.
Observa lo que te ocurre cuando vas manejando y alguien se te cierra imprudentemente pudiendo haber causado un accidente. Tu mano se pega al claxon y tu boca empieza a proferir toda clase de insultos y palabrotas al otro conductor. Toda esa avalancha energética que le mandaste al otro y que posiblemente ni te escuchó, te llega de regreso sin demora y al final del día te das cuenta que te pasaron muchas cosas negativas y reniegas de tu suerte, cuando tú mismo fuiste la causa que provocó el efecto.
Ahora, te invito a que hagas un experimento: la próxima vez que te encuentres a alguien y te pregunte “¿Cómo estás?”, “¿Cómo te ha ido?”, contéstale “Cada día mejor”. De esa forma, obtendrás una reacción positiva de tu interlocutor y lo más importante, estarás impregnando el universo de energía positiva que volverá a ti casi de inmediato, además de que la conversación se centra en logros y no en eventos negativos.
Pon especial cuidado en las frases que comienzan con “Yo soy” ó “Yo estoy”, porque son las que tienen más repercusión en tu realidad inmediata, más aún si las pronuncias repetidamente. También considera que el uso frecuente de “malas palabras”, genera una distorsión armónica en tu campo vibracional y genera realidades adversas para ti.

¡Que tengas un maravilloso fin de semana!

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