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domingo, 13 de noviembre de 2011

La Paz Interior - publicada el 13 de Noviembre de 2011

La paz interior

Hace algún tiempo, recibí un mail que contaba una historia que viene al caso del tema que hoy nos ocupa. Desafortunadamente, no tengo información de quién es el autor, por lo que no me es posible citar la fuente.
El premio del Rey

Había una vez un gran país donde vivía un rey que tenía fama de ser muy inteligente. Este rey, tenía especial debilidad por las pinturas, por lo que poseía en su castillo una vasta colección de las mismas. No obstante, había un gran hueco en su pared, que esperaba ser llenado por una pintura que fuera la representación perfecta de la paz. Es así, que se le ocurrió una idea formidable: lanzaría una convocatoria para invitar a los pintores del reino y sus alrededores a realizar esta obra. El ganador sería nombrado Conde y recibiría una sustanciosa cantidad de oro.

Emocionados, todos los artistas presentaron un desfile de bellísimas obras pictóricas que en su mayoría contenían paisajes, con puestas de sol, playas, atardeceres y apacibles montañas coronadas de nubes. Parecía que la decisión iba a ser muy difícil.
Los cuadros fueron colocados en caballetes en un gran salón, donde el rey se disponía a elegir el mejor. Con pasos calmos pero continuos, los brazos cruzados por detrás y su ceja izquierda levantada, inició la inspección de las obras de arte. Ninguna de ellas parecía llamarle la atención. Los súbditos se miraban unos a otros con la sorpresa dibujada en sus rostros. ¡Las pinturas eran la representación misma de la paz! ¿Por qué no le gustaban al rey?

Cuando ya casi se daba por vencido, una de las últimas obras de la improvisada galería llamó poderosamente su atención: Era un cuadro donde se había pintado una guerra encarnizada, caballeros muriendo y matando a diestra y siniestra, al fondo un castillo en llamas y el cielo teñido de rojo. Al centro de todo este panorama había un árbol muy frondoso y en una de sus ramas estaba un nido, donde una madre canario, alimentaba tranquilamente a sus polluelos con unos pequeños gusanitos que sostenía en su pico.
Sin pensarlo dos veces, el rey dijo: “¡Este cuadro es el ganador. Es la mejor representación de paz que he visto en mi vida!”. Cuando el consejero le preguntó por qué, el rey le respondió: “Paz no significa estar en un lugar donde no hay ruidos, ni dolor, ni problemas. Paz es estar en medio del caos pero con el corazón tranquilo y en equilibrio armónico con nuestra propia naturaleza.”

Esta alegoría presenta claramente como es vivir en un estado de paz verdadero. Tendemos a creer paz es la ausencia de conflictos, cuando en realidad se trata de aprender a mantener la serenidad, aún dentro del escenario más dificultoso. Este estado proviene del interior de nosotros mismos y no de las circunstancias que nos rodean.
Alcanzar esa paz, implica saber que los problemas, por más grandes que nos parezcan, existen sólo dentro de nuestra mente, porque así hemos decidido catalogarlos. No existe una sola situación adversa que haya ocurrido en nuestra vida, que no terminara redundando en un bien. Eso se aprecia fácilmente al voltear la cara al pasado y observar como todas las cosas que en su momento parecían tan negativas, dieron lugar a un “efecto dominó” que generó una cadena de sucesos, que eventualmente arrojaron un beneficio como consecuencia.

Tener paz interior es comprender que el lugar donde estás ahora mismo y las circunstancias que te rodean, aunque no parezcan las más deseables, forman parte de un orden a nivel cósmico,  y mantienen un equilibrio perfecto.
Cultiva el arte del silencio: regálate 5 minutos al día para sentarte en un lugar donde nadie te moleste y quédate en compañía de ti mismo, sólo escuchándote.

Sabrás que estás en paz, cuando aceptes tus circunstancias como lo que realmente son: lecciones que tu alma requiere aprender. Finalmente, la vida es una escuela y los problemas son los maestros que nos toman examen. Vive aprendiendo en paz.
¡Feliz fin de semana!

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