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domingo, 12 de agosto de 2012

El síndrome del "Atole con el Dedo" - publicado el 12 de agosto de 2012


El síndrome del “Atole con el Dedo”

Una frase que usamos los mexicanos muy frecuentemente es “dar atole con el dedo”. La Wikipedia ubica su significado como “embaucar, engañar, defraudar”, sin embargo, esa es una definición muy simplista que no alcanza a reflejar la idiosincrasia de quienes formamos parte de este país. 

“Dar atole con el dedo”, se refiere estrictamente a alguien que te da una probadita de atole, con lo que alcanza a pegarse en su dedo al sumergirlo en la bebida. Esta idea, proyectada en la vida diaria, significa que te conformas con lo poquísimo que alguien te comparte de cualquier cosa. Esto ubica al “que te da el atole” como un abusador que se aprovecha de una necesidad, y al que acepta recibirlo, como un conformista.

Sin embargo, volviendo a aludir a la sabiduría popular, existe otro refrán que dice. “No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”. Aplicándolo a este caso, encontraríamos que la frase resultante de ambos pensamientos sería: “No tiene la culpa el que da atole con el dedo, sino el que se lo acepta”.

Tratando de encuadrar estos comportamientos dentro de la idiosincrasia del mexicano, tenemos una frase que los explica a ambos y los mantiene vivos y operantes: “Peor es nada”. Así es, eso pensamos cuando llega alguien a darnos “atole con el dedo” y por eso nos perpetuamos en un eterno conformismo que nos inmoviliza en una zona de confort crónica.

Tanto el que da el “atole”, como el que lo recibe, tienen algún interés el uno en el otro. El primero busca que el otro siga comiendo de su mano, por lo que le da sólo una probadita, para generar en él la esperanza de que algún día reciba más. El segundo, que está en una posición de desventaja por depender del primero, lo único que persigue es que no le dejen de dar su pequeña dosis de “atole”, lo que le parece suficiente.

También hay que considerar al que se da “atole con el dedo” a sí mismo, y ese es el peor de los escenarios. Esta persona es la que siempre se conforma con poco, y por ello, sus logros son mediocres, sin embargo a él le parece más que suficiente. Como valora poco sus sueños, con cualquier mínimo resultado siente que ya lo logró y que con eso basta. Ha olvidado los propósitos de su existencia y actúa en consecuencia.

Esta filosofía del conformismo tan comúnmente aceptada, es un enemigo acérrimo de la manifestación de los sueños que deberíamos cristalizar para darle sentido a la vida. Desafortunadamente la auto-indulgencia ha pasado a formar parte del inconsciente colectivo, por lo que el primer paso para combatirlo, es estar consciente de su presencia.

En el terreno de las relaciones humanas, existe el “necesario” y el “necesitado” quienes generan una simbiosis interdependiente, pudiendo llegar fácilmente a extremos de sadismo y masoquismo, formando una relación enfermiza y con perspectivas poco halagadoras para ambas partes.

Debido a que lo similar cura lo similar, o bien, al fuego se le combate con fuego, entonces la solución a este estado de conformarse con poco, es manipular la idiosincrasia a nuestro favor, usando los refranes y dichos de uso común que la reflejan en nuestro lenguaje cotidiano.

Así que, cuando alguien te ofrezca “atole con el dedo”, no cometas el error de aquel que “ve burro y se le antoja viaje”, y no se lo recibas.  Recuerda que “Tanta culpa tiene el que mata a la vaca, como el que le detiene la pata”, evita contribuir a perpetuar al que te raciona y no cambies lo mucho por lo poco para que no te den “gato por liebre”. La zona de confort dicta que “más vale malo por conocido que bueno por conocer”, pero eso es una trampa del conformismo, no importa quien te lo dé, nunca te contentes con poco. Si llegas a resignarte a sólo lograr un pequeño resultado, te puede salir “más caro el caldo que las albóndigas”. Mantén tu dirección firme en aquello que quieres y nunca cedas tu empeño porque “el que porfía mata venado”. 

¡Que tengas un feliz fin de semana!

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