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jueves, 16 de agosto de 2012

El valor de valorizar - publicado el 19 de agosto de 2012


El valor de valorizar

Normalmente, se suele medir el valor de una persona por sus logros materiales y posesiones acumuladas. El sistema económico en el que vivimos nos ha orillado a creer que el éxito en lo material, es la meta más deseable a la que podemos aspirar en la vida. Esto es una manifestación externa de aquella idea que tenemos grabada con letras de fuego en nuestra psique: “mientras más, mejor”.

Está tan arraigada en nuestro inconsciente la asociación mercantil, valor es igual a precio, que cuando alguien nos desdeña decimos que nos “despreció”, como si fuéramos un producto de supermercado al que le quitaron el precio y por ende pierde su valor. Por el contrario, cuando alguien nos quiere, decimos me “aprecia”, o sea reconoce mi precio, por lo tanto soy valioso.

Esta situación, nos ha llevado a confundir el valor de un objeto con el valor de una persona lo cual queda plasmado en la conocidísima frase: “Cuánto tienes, cuánto vales”. Esta idea se ha aceptado tanto que incluso se hacen reportajes y artículos de los cincuenta hombres más ricos del mundo. Me gustaría ver que alguna vez se hiciera un reportaje sobre los hombres más felices del mundo, o los más sabios, o los más éticos. Sería interesante ver cuántos de los más ricos podrían caber en estas otras clasificaciones. 

A este tipo de valores insustanciales, debido a que no se les puede cuantificar, se les relega, o en el peor de los casos se les confunde, al creer que sólo el que ha logrado una gran fortuna, es en consecuencia, feliz, sabio y ético. Basta con leer los titulares de los periódicos y enterarnos de los escándalos en los que se ven envueltos los ricos y los famosos, para darnos cuenta de lo contrario.
En más de una ocasión, nos quejamos de que nuestros actos o logros no son valorizados por nuestros seres queridos. No obstante, el valor de una persona, debe estar determinado por y para ella misma, y nunca definido por lo que un tercero pueda opinar. 

La forma más sencilla de aprender a valorizarnos nosotros mismos, es por reflejo. Esto es, debes aprender a ver lo valioso en los demás, para así encontrar lo tuyo propio. Por ejemplo, en una conversación, estás ansioso por hablar, porque te escuchen, porque sabes que lo que quieres decirle a la otra persona es importante e interesante. Perfecto, pero ¿Qué hay de lo que la otra persona te quiere comunicar? ¿Te interesa? ¿Te importa? ¿O sólo finges que sí con tal de que ya se calle para poder continuar hablando de lo tuyo? A veces ni siquiera la escuchas por que estás pensando en lo siguiente que le vas a decir.

No se trata sólo de aprender a escuchar, que ya es importante por sí mismo, sino de lograr establecer una compenetración completa con tu interlocutor, donde en ese instante, te permitas ver el mundo a través de sus ojos, y eso se logra evitando juzgar aquello que te está externando.

También hay que considerar los vicios de nuestro lenguaje con respecto al valor. Como ejemplo la usadísima frase. “Me vale madre”, la cual usamos para decir que algo o alguien no nos importa, en términos muy folklóricos. Esto presenta una ambigüedad para el psiquismo, porque la madre juega un papel ambivalente. En este caso es lo peor, pero al ser “mentada” es lo más puro e intocable.

Entonces, si ubicamos que mi valor sólo debe ser determinado por mí mismo y no por factores o personas externos, y que curiosamente, “valor” y “valiente”, tienen la misma raíz, entonces mi verdadero valor se hace presente ante mí, cuando me atrevo a alcanzar mis sueños. Es entonces que armarme de “valor” me auto-define como persona “valiosa” en mí mismo, sin necesidad de evaluaciones externas, que finalmente son sólo formas de calificar el valor de alguien, tal como la palabra lo indica.

Continuar en el camino que te lleva hacia la realización de tus ilusiones, implica valor y te da valor al mismo tiempo. Nunca lo abandones ni permitas que alguien te califique en ese sentido. La valorización que te des a ti mismo, es la única referencia que debes considerar. Después de todo tu eres el concursante y el juez al mismo tiempo. La responsabilidad de dar un buen desempeño y los frutos que de ello se obtengan son sólo tuyos.

¡Que tengas un maravilloso fin de semana!

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