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domingo, 2 de septiembre de 2012

La resurrección de todos los días - publicado el 02 de septiembre de 2012


La resurrección de todos los días

Todos los días, al terminar la jornada de la vida diaria, nuestro cuerpo necesita descanso y procedemos a realizar el familiar y necesario acto de ir a dormir. No hay nada mejor que una tibia cama y una almohada suavecita para entregarnos de lleno al mundo de los sueños. Al entrar a ese reinado onírico, la mente pierde la noción de situación del cuerpo y comienza a deambular caóticamente, entre lugares, personas y situaciones que se transforman unas en otras sin orden aparente.

La postura del cuerpo para prepararse a dormir, no es muy diferente a la forma en que se acomoda a un cuerpo inerte que yace sin vida en un ataúd. Los muertos pierden la conciencia del mundo que les rodea de una forma muy parecida a los que duermen, con la diferencia que estos últimos eventualmente despiertan, mientras que los primeros duermen el llamado “sueño eterno”.

Visto desde esta perspectiva, cada vez que dormimos, nos desconectamos de la realidad circundante de forma tan radical, que aparentemente “morimos” a ella, al trasladar nuestra conciencia a otro lugar, por lo que podemos deducir que al despertar de ese mundo surrealista de todos los días, “resucitamos” al mundo denso que definimos como “real”. Después de todo, la muerte se perfila como un sueño del que ya no vamos a despertar, y que en él, probablemente recordaremos la vida como un sueño. 

Ninguneamos los sueños porque al contrastarlos con el mundo “real”, les restamos importancia. Con frecuencia escuchamos “Fue sólo un sueño”, como si no hubiera que tomarlos en cuenta como parte de nuestro diario vivir. De pronto, olvidamos que pasamos la tercera parte de nuestra vida dormidos, y no sólo descansando, pues de hecho, la mente descansa muy poco durante el período de sueño diario.

Una de las razones por las que no los tomamos en cuenta, es por la falta de continuidad. Todos los días al despertar, nuestra historia comienza justo donde la dejamos un día anterior. En cambio, en el mundo de los sueños, es muy poco común que continúen donde se quedaron la noche pasada. Nuestra percepción en estado de vigilia es lineal, esto es, percibimos un evento después del otro de forma secuencial, y todo lo que no lo sea, lo ignoramos o le restamos importancia, porque no lo entendemos. 

Esta limitante perceptual, se debe a que nuestro sistema nervioso, funciona a base de impulsos secuenciales, lo que nos orilla a percibir las cosas de ese mismo modo. Es cómo el corazón que al latir, hace la sístole (contracción) y luego la diástole (relajación) y así sucesivamente.

Cuando ingresamos al mundo de los sueños, nuestros sentidos comienzan a captar visiones, sonidos y sensaciones, que conforman nuestra realidad de ese momento. Ahí nos damos cuenta que no vemos con los ojos sino con la mente, si no ¿cómo soñaríamos si tenemos los ojos cerrados? Y mejor aún, ¿cómo sueña un ciego de nacimiento, si no tiene referentes visuales?

En el mundo de los sueños, se le prohíbe estrictamente la entrada a la lógica y al razonamiento, que sólo pertenecen al mundo de la vigilia. Ahí, todo se vale y no hay restricciones de ninguna especie. Y me doy cuenta de eso, porque al despertar, lo primero que hago es juzgar lo que recuerdo del sueño. Cuando aún no he acabado de desmodorrarme, el juez interno ya comienza sus labores diarias.

La información que puedas recordar de un sueño vívido, es muy valiosa para develar asuntos que requieren tu atención en el mundo de vigilia. Es recomendable llevar un diario de sueños, porque algunos de ellos no revelan su significado de inmediato y también, porque a medida que empieza a transcurrir el día, tienden a olvidarse. Es importante anotar que no existe una fórmula universal interpretativa de los sueños, porque cada quien le otorga un significado diferente al mismo concepto. 

Y tal vez lo más importante de todo este ritual de dormir y re-suscitar a la vida diaria, sea no perder de vista que el mero hecho de abrir los ojos una vez más, es motivo suficiente para sentirnos agradecidos con la vida, y en un acto de reciprocidad, tratemos de vivir plenamente cada nuevo día, antes de que el “sueño eterno” ya no nos permita despertar una vez más.

¡Que tengas un feliz fin de semana!

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