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domingo, 14 de octubre de 2012

"El misterioso tercero en discordia", publicado el 14 de octubre de 2012



El misterioso tercero en discordia

¿Alguna vez te ha ocurrido que cuando tienes una relación estable, ya sea de amistad, laboral, sentimental, o de cualquier tipo, de repente algo pasa y la otra parte cambia radicalmente su comportamiento hacia ti? Sin duda alguna existe una tercera persona, que desde la sombras, cambia la perspectiva de tu contraparte, sembrándole ideas que acepta como verdaderas y que le motivan a cambiar su actitud frente a la relación.

Nuestra naturaleza humana, que nos dirige a creer que las penas compartidas pesan la mitad, es la causante de que cuando estamos frente a una situación que identificamos como “problema”, se la contemos a alguien que consideramos de toda nuestra confianza, buscando apoyo y comprensión. Sin embargo, esta actitud revela que en el fondo, somos tan inseguros de nosotros mismos, que necesitamos la aprobación de los demás para seguir nuestro camino.

Esta alternativa, desplaza nuestro propio poder, para ubicarlo en terceras personas, que tal vez muy desinteresadamente o no, se convierten en los titiriteros que mueven nuestros hilos ocultos, y que al conocernos bien, saben que fibras tocar, para producir un resultado determinado. 

Y no es que sea contraproducente compartir mis penas con gente de confianza, lo que no es sano, es dejarme manejar ciegamente por sus consejos, que vertidos desde un punto de vista externo, no consideran todos aquellos factores, motivaciones y sentimientos que forman parte de mí y que en última instancia se convierten en determinantes para mi propia vida. Lo que es bueno para ellos, puede resultar malo para mí.

Los consejos de terceros sobre nuestros propios asuntos, suelen estar basados en un esquema lógico, basado en su propia experiencia, que nos convence de su veracidad y que al encontrarnos con la guardia baja, aceptamos sin chistar. Lo que pasamos por alto, es que no siempre lo lógico es verdadero. La lógica se conoce con la mente y la verdad se conoce con el corazón. Tal vez por eso sea que le llamamos “tercero en discordia”, por que “dis” niega a “cordia”, o sea, sin corazón.

Incluso llegamos a decir: “Estoy muy agradecido con fulanito por haberme abierto los ojos”, cuando lo que fulanito hizo, no fue más que hacerme ver las cosas desde su perspectiva. Si lo que fulanito me dijo me con-vence, tengo que recordar que la aplicación de sus consejos en mi vida es responsabilidad absolutamente mía, y que si por alguna razón, las cosas me salen mal por haberle hecho caso, no tengo luego ningún derecho de ir a reclamarle por aconsejarme mal. Después de todo, fui yo quien lo aceptó y lo llevó a la práctica.

Es muy fácil opinar y aconsejar cuando no se está viviendo la situación personalmente. Tal como el refrán popular lo ubica: “Qué bonito es ver los toros desde la barrera”. También recuerdo la atinada definición que el genial Rius hacía de los críticos: “Crítico es aquel que lo sabe todo sobre la teoría del equilibrio, pero es incapaz de andar en bicicleta”.

Esto nos lleva al siguiente punto: Si yo le miro la vida a aquel que me aconseja, ¿lo considero un virtuoso sobre lo que me está aconsejando? ¿Es su forma de vivir un ejemplo para mí? En muchísimas ocasiones, acabamos pidiendo consejos para hacer dinero al que está en la carencia, o guía emocional al que sus relaciones personales están por los suelos.

Y luego está la otra parte, cuando yo me convierto en el consejero: “Pues mira, si yo estuviera en esa situación, lo que haría es….”. Cuando estemos ante esa tentación,  por que alguien nos lo pide, hay que recordarle que le ofrecemos opiniones, nunca consejos, y que él decidirá que le sirve y que no, de los mismos. 

De ninguna forma es sano resolverle los problemas a otro (situación en la que muy comúnmente caen los padres de familia), porque cualquier eventualidad que enfrenten los forma y les dá fuerza. Finalmente los problemas son maestros presentes que tienen lecciones ocultas que ofrecerles. 

Es menester aprender a resolver los problemas por nosotros mismos, para poder graduarnos en nuestra propia vida. No permitamos que un tercero en discordia lo haga desde las sombras, ni caigamos en la trampa de convertirnos en uno.

¡Que tengas un extraordinario fin de semana!

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