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domingo, 11 de marzo de 2012

La supervivencia del amor, en tiempos de desamor - publicado el 11 de marzo de 2012

La supervivencia del amor, en tiempos de desamor

En estos tiempos que corren estamos presenciando una incidencia cada vez más elevada de relaciones que terminan estrepitosamente y el divorcio se ha vuelto el pan de cada día, tanto, que he llegado a escuchar la frase: “Hoy en día existen dos cosas inevitables, la muerte y el divorcio”.  Tal vez tengan razón. Probablemente se deba a la vertiginosa evolución de la forma de pensar que ahora experimentamos. Nuestra mente es bombardeada a diario con una avalancha de información proveniente de los medios de comunicación  y de las circunstancias actuales, lo cual va modificando nuestra percepción de la realidad. Los gustos, elecciones y preferencias de una persona van cambiando rápidamente día a día. Desafortunadamente, la parte correspondiente a la pareja no es la excepción.
 Tal vez las causas de las relaciones que terminan, se deban a que desde un principio no existían las cinco piedras angulares que hacen que una relación pueda evolucionar, perdurar y mantenerse. Estas son: afinidad, conocimiento, complicidad, conveniencia y convergencia. Si falta alguna de éstas, la relación se tambalea y como ocurre con una mesa que le falta una pata, termina cayendo por su propio peso.

La afinidad es tal vez la más importante de todas. No sólo se trata de tener afinidades en gustos  generales, como sería que disfruten de la misma comida o el mismo programa de televisión. Se trata de que sus proyectos de vida sean afines entre sí. De que compartan sueños y éstos sean complementarios y no mutuamente excluyentes. Cuando el camino de una pareja es afín, se parece a las vías de un tren, van en la misma dirección una junto a la otra y sin una la otra no tiene razón de ser, se necesitan ambas, cada una ocupando su espacio, pero siempre paralelas y con el mismo destino.
El conocimiento es esencial. Todos tenemos tanto partes maravillosas como partes oscuras, y posiblemente uno de los rasgos más loables sea aceptarnos a nosotros mismos y a nuestra pareja, con defectos y virtudes por igual. Existe una frase que aquí cabe a la perfección: “Un amigo es aquel que te quiere a pesar de que te conoce”. No hay que tapar el sol con un dedo, hay que conocer y reconocer si aún con esa conciencia optamos por compartirnos con aquella persona, o si no, mejor continuamos nuestro camino con un rumbo nuevo.

La complicidad es el apoyo llevado a términos mucho más grandes. Es esa agradable sensación de saber que puedes contar con el soporte incondicional de tu pareja en cualquier cosa que decidas hacer, sin importar si al resto del mundo le parece una acción impropia o indebida. Tal como Bonnie y Clyde o Romeo y Julieta, que siempre estuvieron juntos aunque sus circunstancias no fueran las más apropiadas para que un romance floreciera.
La conveniencia, aunque mal vista por los defensores del romanticismo puro, es una parte muy importante para poder cosechar frutos conjuntos. No se trata de conveniencia financiera o de status, como tal vez se podría malinterpretar, aquí el punto es estar junto a una persona que me aliente a crecer y desarrollarme para ser cada vez un mejor ser humano. Es la persona que ante un reto, me impulsa a vencerlo en lugar de desalentarme y motivarme a permanecer en la seguridad de mi zona de confort.

Finalmente la convergencia es la más obvia de las cinco. Sin convergencia, no hay convivencia y sin convivencia no hay relación. No se puede tener trato con una persona con la que no coincido en tiempo ni en espacio. Internet y la telefonía celular, ha ampliado un poco más ese concepto permitiendo comunicarnos con gente al otro lado del mundo en tiempo real, no obstante nunca será lo mismo que tener a la persona presente, tal como lo habíamos analizado en el artículo de la virtualización de las relaciones humanas. Una estrofa de una antigua canción de Leo Sayer, decía: “un teléfono no puede ocupar el lugar de tu sonrisa”. El “amor de lejos” raramente dará frutos.
Existe una película con Drew Barrymore y Adam Sandler que se llama “Como si fuera la primera vez” (50 First Dates) donde ella tiene una condición mental que no le permite recordar más allá de 24 horas. Debido a ello, Sandler tiene que reconquistar su cariño todos los días, una y otra vez.  Prescindiendo del elemento de comedia de la película, eso es exactamente lo que cualquier pareja debería de hacer para que la relación perdure: nunca dar nada por hecho y reconquistar todos los días el cariño del otro.

Cuando el amor finalmente florece, hay que cuidarlo como una planta delicada que se marchita en cuanto le falta agua y cuidados. Tal vez de esa forma, entonces sí podamos experimentar el mítico final de los cuentos de hadas “Y vivieron felices para siempre”…
¡Que tengas un maravilloso fin de semana!

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